martes, febrero 25, 2014

"Serás lo que debas ser..." Natalicio de San Martín -


            Me crié con los libros de la Colección Azul de Billiken que todavía conservo y, entre ellos, con El abuelo inmortal de Arturo Capdevila.

         De todos esos libros que fui leyendo desde muy chica, quedó San Martín como mi héroe predilecto, a punto tal que en 3er. grado, una de mis primeras poesías, dedicada al Padre de la Patria, fue publicada en la Revistita de la Escuela Dominguito de Echeverría 5034. Revista que seguro se fue en las quemazones que hacía mi madre en los tiempos de peligro…

         Por eso hoy que se cumple el 236º aniversario de su natalicio me puse a pensar en esos libros y en su vida, con asma, con úlceras sangrantes, en el encuentro con Belgrano en Yatasto, en las intimaciones a Buenos Aires para que se declarara la independencia.

         Me acordé del Dr. Antonio José Pérez Amuchástegui cuando en Introducción a la historia en la Facultad de Filosofía y Letras nos daba a leer sobre la Carta de Lafont en donde se desnudan los entretelones de la entrevista de Guayaquil, luego de la cual San Martín delega su mando y sus tropas a Bolívar.

Me acordé de la anécdota que me contaba mi tío Ángel cuando en una en el Perú, en una comida presidida por Bolívar, Juan Galo de Lavalle  -reconocido por su valentía, que venía con San Martín desde que creó el Regimiento de Granaderos a Caballo y él tenía catorcer años-, sin querer, volcó una copa de vino sobre la mesa. Bolívar lo increpó: "¿En qué mesa ha aprendido a comer?". Lavalle le respondió: "En la mesa de mis padres en la que a cada plato se cambia un mantel!". Bolívar, más alterado aún por la insolencia: “Nunca nadie se atrevió a responderme así!” Lavalle, sin inmutarse, le retruca: “Porque nunca nadie blandió una espada como ésta!” mientras desenvainaba la espada…”

Esto no tiene nada que ver con las futuras posiciones tomadas por Lavalle. Hay quienes dicen que los historiadores mitristas cuentan esta historia. A mí me la contaba mi tío y como aprendí de Pérez Amuchástegui, las anécdotas sobre los personajes pueden no ser reales, pero son verosímiles…

Y me acordé de las veces que robaron el sable corvo que San Martín le legara a Rosas… El 12 de agosto de 1963 algunos miembros de la Juventud Peronista bajo la conducción de Héctor – el Petiso – Spina, Jorge Rulli y Envar el Kadri, junto con Osvaldo Agosto y otros compañeros se lo llevaron  como “acción simbólica demostrativa del peronismo proscripto” [cuenta Agosto].

 
Otro grupo diferente de la Juventud Peronista lo robó de nuevo el 19 de agosto de 1965. Después de muchas vueltas fue recuperado por el Ejército y puesto bajo custodia del Regimiento de Granaderos a Caballo.
 
 
 Y también me acordé de que nuestros embajadores en Francia suelen ser renuentes a ir a la casa de Boulogne – sur – mer porque dicen que “trae mala suerte”. Cuando supe esto de boca de alguno de nuestros representantes diplomáticos, nunca dejé de pensar de que se les presentaría el fantasma del Gral. San Martín a tirarle de las patas, por no ser grosera.

Por eso hoy quiero homenajear a  San Martín,  a su honestidad, a su negación a blandir sus armas en una guerra entre hermanos y a su renunciamiento…

Y también a quienes de chica me hicieron conocer esas historias que después se mecharían con nuestras propias ilusiones heroicas.

De ahí que ahora postee las máximas que San Martín le escribiera a Merceditas cuando llegaron a Europa en 1925.

 

MÁXIMAS PARA MI HIJA

 

1.   Humanizar el carácter y hacerlo sensible aun con los insectos que no perjudican. Stern ha dicho a una mosca abriéndole la ventana para que saliese: "Anda, pobre animal, el mundo es demasiado grande para nosotros dos". 

2.      Inspirarle amor a la verdad y odio a la mentira.

3.      Inspirarla a una gran confianza y amistad pero uniendo el respeto.

4.      Estimular en Mercedes la caridad con los pobres.

5.      Respeto sobre la propiedad ajena.

6.      Acostumbrarla a guardar un secreto. 

7.      Inspirarle sentimientos de indulgencia hacia todas las religiones.

8.      Dulzura con los criados, pobres y viejos.

9.      Que hable poco y lo preciso.

10. Acostumbrarla a estar formal en la mesa.

11. Amor al aseo y desprecio al lujo.

12. Inspirarle amor por la Patria y por la Libertad.

 

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