viernes, diciembre 30, 2011


Como todos los años desde hace siete va mi recuerdo

a esa noche trágica y a las víctimas de Cromañón!!!

Y en especial a Sole!!!




Que el ojo de dios o la misericordia humana ayude a los sobrevivientes a salir del infierno de la memoria recurrente....

Ver artículo anterior en este mismo blog.

jueves, diciembre 22, 2011


La natividad

Konrad von Soest

(Dortmund ca. 1370 - + ca. 1422)


UN GLAUCOMA ME MANDA A SER VARIANTE

Un glaucoma me manda a ser variante,

que en mi vida me he visto en tal aprieto;

γλαukós, del griego, es ‘claro y brillante’,

ω – μα es ‘resultado de un proceso’.

Yo pensé que no hallara aliviante

cuando un hachazo partía mi frente

creyéndolo un A. C. V. acuciante,

glaucoma agudo me torna impaciente.

Disculpas pido en Navidad entrando,

me conmina ojo glauco derecho

a abstenerme de estar redactando.

Como verán me entretengo en concreto

buenos deseos y augurios mandando

en forma de tradicional soneto.

MIS CARIÑOS

MEJOR 2012 PARA TODOS!!!

Y BUENA VISTA!!!

QUE EL BISIESTO NOS SALVE!!!

Ana Sebastián, víctima de glaucoma agudo!!!

sábado, noviembre 05, 2011

Bijou

a Poupée, María Cristina Mazzuchelli de Luján (a) Soledad,
amiga que sí murió heroicamente y a quien los cholulos de la memoria olvidan...
No sea cosa de que se les aparezca el fantasma!!!

Poupée Mazzuchelli - 19 noviembre 1970

Las que estaba allí le envidiaban la juventud y el físico. Tenía veinte años o menos y un cuerpo que hacía darse vuelta hasta a los adoquines. El día que la conocí apareció de golpe entre las demás, todas mujeres de alrededor de los treinta, y yo, que tenía tres o cuatro años más que ella. Apareció, decía, en una bikini superestrecha que dejaba sus pechos medio al descubierto y nos preguntó cómo le quedaba. Yo no la había visto nunca. Sólo me imaginaba que debía ser la hermana menor de la amiga de una amiga mía que estaba allí. Cuando apareció con la bikini preguntando cómo le quedaba, todas le saltaron encima diciéndole que era escandalosa y que tenía demasiado busto para usarla. Ya entonces tenía yo habilidad para reconocer la envidia y tenía más, tenía el desparpajo de decirlo. Así que, ante el desencanto de las demás, yo opiné que la bikini le quedaba bárbara y que tenía unas tetas muy lindas y que tenía que lucirlas antes de que se le ajaran como a las demás. Claro, de ahí nació nuestra solidaridad. Ante la perplejidad y la bronca de las otras, ella me acompañó a comprar una bikini del mismo modelo y las dos salimos a pasear nuestra intrepidez por Mar del Plata.

Ella era la "nena" de una familia de cinco hermanas y un hermano. Una familia donde todos eran profesionales: médicos y dentistas. La menos profesional era su hermana Lucía, la amiga de una amiga mía, que, sin embargo, era profesora de música. Bijou era la última y era el encanto y la esperanza de todos. Su hermosura, ya desde chica, le había valido su sobrenombre. Ahora, al filo de los veinte, era -lo que se dice- una mina que estaba bien fuerte, que rajaba la tierra. Pero, en ese entorno de familiares y relaciones profesionales era una chica a la que no se la tenía en cuenta. Se menospreciaban sus opiniones y se la consideraba superficial, ya que lo profundo parecía ser exclusivo de los profesionales o de la fealdad. Ésta es una idea que tienen muchas feas y, a veces, con razón.

Bijou había comenzado arquitectura, sufría por el amor de un chico que la volvía loca con sus problemas edípicos y sufría también por la incomprensión de su familia. Cuando Bijou se insolentaba y le contestaba al padre con un tono fuera de la debida sumisión, éste, que era un energúmeno, le tiraba un provolone entero por la cabeza o la amenazaba con revolearle un sifón y Bijou venía muchas veces marcada. La madre cuidaba su virginidad y el padre la seguridad de su profesión.

Bijou era una chica sensible, pero, de verdad, era superficial. Sin embargo, su emotividad suplía los vacíos de su superficialidad. Ese año en que la conocimos fue un año muy difícil para nosotros que ya estábamos al borde de la vida clandestina. Bijou nos venía a ver, traía una botella de caña Legui y durante horas hablábamos de sus levantes, de su familia y, sobre todo del país, de nuestro país, de los reveses y derechos de la política. Bijou sabía muy poco de política: era de una inocencia increíble. Su padre profesional marcaba la ideología de la casa: todos estaban en la guita, en la posición. La única que se salvaba era Lucía, un poco más idealista, por un lado, pero con terribles traumas heredados de la autoridad paterna y con un gran amarretismo que le era su tabla para salvar el bajo status profesional que tenía con respecto a sus otros hermanos. Bijou venía a veces con sus conflictos, con sus preguntas y sus moretones. En casa conoció a otra gente y un día casi se muere cuando, en una Crónica de marzo del 71, encontró la foto de un amigo nuestro, al que ella había querido levantarse, asesinado por la policía. "Dime con quién andas..." Y ahí se dio cuenta con quienes andaba y ahí tomó real conciencia de lo que.pasaba en el país por ese entonces.

Nuestra relación se hizo cada vez más estrecha. Sus padres empezaron a odiarnos. Ella empezó a aparecer en las reuniones clandestinas, a ubicar al peronismo fuera del folklore y dentro de la auténtica realidad argentina y empezó a militar activamente. A Nuñez no iba ya a Arquitectura sino al Monumental.

Su odio le enronquecía la voz, pero no le hacía perder su belleza. Provocó escándalos organizativos. Se levantó a un tipo con futuro dentro de la estructura, un entonces llamado “responsable”. Se encamaron de pie, valga la contradicción, en el baño de la casa paterna mientras el padre vociferaba sobre las virtudes de la hija y yo le hacía pata hablando con unas beatas de la Acción Católica que le habían venido a saludar para su cumpleaños (porque ella, por ese entonces militaba en el frente eclesiástico donde ya había casi tentado a un cura a dejar los hábitos). El responsable quedó desilusionado porque no había virginidad que le pudiese romper, pero estaba tan enloquecido con su joyita que se terminaron casando a los tres meses. Ahí Bijou dejó de usar minishort y minifaldas porque su marido no sólo era celoso sino que era un responsable importante dentro de “La empresa" que, en nuestra jerga de entonces, era el aparato organizativo. Poco a poco ella se convirtió en una beata de la militancia, con la aceptación de las disposiciones de sus superiores como motivo de fe. Y, como muchas beatas, se mandaba sus cañitas al aire, pero las ocultaba. Sus grandes aptitudes físicas para el amor y para el tiro la hicieron subir dentro de la empresa. Lo que sí, nunca perdió, a pesar del cambio de actitud y posición, la superficialidad. Así, Bijou llegó al 73 embarazada y con grandes responsabilidades ella también.

El 25 de mayo de 1973 fue la catapulta para la burocratización organizativa: los chantas que se hicieron peronistas y revolucionarios en el 72 tuvieron cada vez más poder. Por ese entonces uno, o seguía al pie de la letra a los cuadros medios de la pequeñoburguesía o se exponía a todo tipo de epítetos como "loco" (lo cual significaba haber hecho alguna crítica interna), "fierrero", "disidente de derecha", "disidente de izquierda", etc. Bijou se volvió una joyita de verticalismo: cada vez menos autocrítica, más eficiente en el engranaje, más alta en el escalafón. Cada error era para ella un eslabón hacia la victoria; cada duda, un renuncie.

Nuestro alejamiento de Bijou había empezado mucho antes, cuando ella subía y nosotros criticábamos. Ella cada vez más consecuente con la organización, nosotros, cada vez más dudosos. Nunca más la volví a ver. Se batió con toda su valentía y toda su testarudez. Fue desfigurada por las granadas y seguramente le quedó una puteada colgando de su boca tan deseada. Su padre fue llamado por el II Cuerpo de Ejército. Sólo la reconoció por el lóbulo de la oreja. Su padre le pidió disculpas al comandante por tener "esa oveja negra" en una familia de profesionales. Dejó una hija que no sé dónde estará. Su padre la enterró en los alrededores de Buenos Aires y dijo a sus vecinos que su hija había muerto en un choque de autos. Cada vez que come un provolone se emborracha y le cuenta al que tenga la paciencia de escucharlo los sacrificios que él hizo para que sus hijos fueran profesionales.

De El ballenato y otras historias, Buenos Aires, 2003.

domingo, octubre 23, 2011







Somos como somos






La publicidad no sólo trata de promocionar un producto para vendérnoslo. No a todos y no siempre, aunque a menudo, y especialmente con personas influenciables o de ciertas franjas etarias, impone gustos y actitudes. Pero también es representativa de cierta idiosincrasia, en este caso, me refiero a nuestra idiosincrasia, a la sociedad en que se crea un anuncio y a la que va dirigido.
Aquí y ahora hay dos comerciales que llaman la atención por la forma en que simbolizan la viveza criolla, o sea, esa parte núcleo de nuestra manera de ser, pensar y actuar.
En uno, ante la posibilidad de que el mal tiempo pueda arruinar una fiesta planeada e supuestamente impostergable y ante el temor de que los invitados les puedan fallar, dos amigos recurren a tres pronosticadores del tiempo -personas reconocibles porque, de hecho, es su profesión en la vida real- para que cambien el verdadero pronóstico y anuncien uno esplendoroso. Así nos encontramos con la decana de los pronosticadores diciendo: “... para el sábado a la noche 0% de probabilidad de lluvias...” La escena siguiente es el sábado a la noche: la fiesta -en la que está incluso la respetable pronosticadora- es un éxito total. Cuando comienzan los truenos y los relámpagos ya no importa. Gracias a la truchada, no falló nadie. El anuncio termina con la marca de la bebida que se quiere vender y listo!
El otro nos muestra al último ejemplar de los osos panda en extinción que, reciclado, es mascota de oficina, un animalito doméstico fuera de su hábitat. Sobreviviente, sólo pretende amor y alimento. En vano. La oficinista que al principio parecería tener cierta conmiseración, ante la mirada suplicante del osito, agarra sus galletitas y con ojos de cancheros, se la come sin miramientos haciéndole una sonrisa gastadora mientras gesticula un no!!! Indiferente al animalito, engulle sus galletitas como si fuera ella el último ejemplar de la raza humana. Y puede ser... porque se humana tiene poco.
Estos dos avisos son bien simbólicos de muchos ejemplares del homo argentinensis!!!
Damos mensajes supuestamente benevolentes, nos autodeclamamos solidarios. Pero no nos importa que se les mienta a todos mientras sea en nuestro beneficio y nos tragamos las galletas, impávidos, indiferentes a todo. Sólo nos importa satisfacer nuestro interés y nuestro egoísmo!!!
Lo lamentable de estos avisos es que son bien representativos de nuestra idiosincrasia colectiva, aunque se proclame lo contrario: egoístas, ambiguos y con doble moral!!! Bienvenidos a la Argentina real!!!





jueves, octubre 13, 2011


Gracias, Norberto, por tus palabras!!!!



Palabras de Norberto Barleand

en la Presentación

de De mortales y fantasmas - Los brazos del olvido


En el marco de Buenos Aires - Capital Mundial del Libro 2011, desde el Programa Cultural en Barrios, ámbito de pertenencia de Ana Sebastián, incorporada al él casi desde sus inicios, en el ciclo Cultura - Arte en Movimiento -que se desarrolla desde 1998 en distintos circuitos literarios -teatros, cafés, librerías, clubes y que incorpora a partir del año 2oo2 al Centro Cultural General San Martín, al Salón Dorado Casa de la Cultura del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, a los Centros de Gestión y Participación, a Centros Culturales Barriales, integrando las actividades culturales de la Ciudad y generando un espacio entre letristas, compositores, bailarines, cantantes y difusores del folklore y tango en Tango -Poema y Canto, integrado a la Asociación Civil Proyecto Tango, Baires Popular, Buenos Aires Tango y lo demás, Letrango, etc. que constituyen amplias convocatorias de difusión de la poesía, cuento, novela, ensayos y las actividades de toda la estructura literaria y otras disciplinas artísticas, que consta de una programación muy amplia, plural y participativa de los exponentes más destacados de la actividad cultural contemporánea, hoy tengo el orgullo de presentar en éste ámbito Cedip del Centro Cultural Recoleta el nuevo libro de la escritora Ana Sebastián De Mortales y Fantasmas - Los brazos del olvido.

En rigor de verdad debo decir que nos conocemos con Ana a través de terceras personas, amigos, escritores, y personalmente desde no hace más de un año. Sabía de ella, conocía su obra, pero esta presentación me otorgó la oportunidad de ingresar a su blog, leer sus escritos… La llamé por la emoción, por lo que me conmovió la lectura de sus poemas, la sensibilidad, el coraje de su escritura, lo estremecedor de algunos relatos, la magia y la belleza…

Encuentro en los poemas de Ana Sebastián la poesía que me atrapa, visceral, sanguínea, la poesía que canta, la poesía que expresa , la que lucha, ama, enaltece…

Es esperanza y penumbra, la distancia y los caminos, en partituras muy elevadas de una construcción literaria de gran nivel en constante –diría permanente- transitar por imágenes, metáforas, en la musicalidad, en el ritmo.

Tiene la sensibilidad y el sentimiento hecho tinta. Es la búsqueda, es la poetisa que observa más allá de la luz, una mirada que se universaliza de un modo elocuente combina el género con la pureza en la expresión, el sentimiento en la superficie del verbo simple que por tal – digo, por ser simple- lo hace profundo.

Gracias, poeta por este regalo, regazo de pan, de semilla y estrellas. Seguiremos creciendo al amparo de la vida, entonando las estrofas del sueño, la utopía que aún perdura en las entrañas y en esta voz, la tuya que grita desde el hueso. La memoria del canto y la aventura.

5 de octubre, 2001

miércoles, octubre 12, 2011


SIN HIYAB!!!! - SIN VELO!!!

La crueldad y salvajada del castigo impuesto a Marzie Vafamehrha de un año de prisión y noventa latigazos -que posiblemente terminarán con ella- por haber actuado sin hiyab - velo, en Teherane man haray - Mi Teherán en venta, subleva mi inteligencia y mi sensibilidad.

Este hecho me lleva a enero de 1991 cuando, en el Hotel Central de Rótterdam, en Story International, estábamos todos azorados, escritores y organizadores, a la expectativa con el ultimátum que los norteamericanos le habían dado a Irak para el 16 de enero. Al final empezó el bombardeo dos días después. Fue una de las primeras guerra que vimos en simultáneo.

Ahí estaban Remco Campert, cuyo padre, el escritor Jan Campert, había sido el primer fusilado por los nazis en la resistencia holandesa, gente de distintos países y distintos sufrimientos: el polaco Riçard Kapuscinski, que estaba escribiendo La guerra del fútbol, Ulku Tamer, Marion Bloem, Eduard Uspenski que ahora está consagrado y cuyos libros infantiles se hacen animé en Japón, Anthony Horowitz, el inglés y otros que seguimos juntos las vicisitudes de la guerra y del encuentro. Y estaba el yanky Fat Gary, que se había enamorado de mí y que vendía repuestos de helicópteros y que nadie sabía que hacía en ese hotel Central en un encuentro de escritores de todo el mundo.

Allí conocí y me hice amiga de Marianne Wiggins, la escritora norteamericana entonces ex esposa de Salman Rushdie, pero que estuvo con él en el momento en que los ayatollahs le habían dictado la fatwa que lo condenaba a muerte con precio para su cabeza por sus Versos satánicos. Juntas nos íbamos a tomar algo al Hilton también con Nasim Khaksar, escritor iraní que había peleado contra el Sha y que ya estaba perseguido por los mismos ayatollas. Nasim tardó años en lograr que su mujer saliera de Irán. Cuando ella salió y llegó a Utrecht me regaló una pashmina típica iraní.

De Marion tengo unas xilografías de sus dibujos. De Nasim sólo sé que está clandestino. Sólo me queda la pashmina que es una de las prendas preciadas por su significado no por su valor material. De Marianne me quedan su libro Herself in love con un relato justamente de ese enero y unas panty´s negras que me mandó desde Londres iguales a las que ella usaba con el mapamundi en nuestras piernas. De modo que cada vez que las uso tengo el mundo a mis pies.

Pero todo esto me hace pensar que, a esta altura del partido, ciertos hechos no se pueden justificar en la relatividad cultural ni en ninguna creencia.

Respeto todas las fes, pero rechazo todos los dogmas y los dogmáticos.

Tengo todavía capacidad de indignación y me rebela que en el siglo XXI no se puede tolerar la intolerancia y que se le quieran dar 90 latigazos a una mujer por sacarse un velo atávico!!! Siempre estuve contra todos los atavismos!!! Van contra mis principios y contra el desenvolvimiento de la humanidad!!

lunes, octubre 10, 2011










Quiero agradecer a todos los que fueron el miércoles 5 al Centro Cultural Recoleta
y a los que no pudieron venir a la presentación de
De mortales y fantasmas - Los brazos del olvido,
pero que me acompañaron, en especial a Norberto Barleand, que organizó y presentó,
también por sus palabras,
a Carlitos Diviesti que editó parte de De terugkeer,
el film de Cherry Duyns con nuestra vuelta en 1984,
a Mónica Maffía, que leyó mis poemas,
a Gustavo S., que actuó de fotógrafo, sin salir en ninguna foto,
además de ser el amigo de siempre
y a quienes me enviaron esa hermosa orquídea cymbidum,
recibida con tanto regocijo,
que nos sirvió de marco y que es símbolo de la floración
y la continuidad de la amistad sin barreras
generacionales!!!
MIL GRACIAS A TODOS!!!









miércoles, septiembre 28, 2011

INVITACIÓN


a la presentación de mi libro


De mortales y fantasmas - Los brazos del olvido


el próximo miércoles 5 de octubre a las 18 hs.


C. C. Recoleta - Junín 1930 - CeDip - 1er. piso


Los espero

lunes, septiembre 05, 2011

Poema adolescente escrito en la mañana del 6 de septiembre, 1964.



ANDRAJOS



Hoy hay un sol fecundo


que se derrama llorando rayos entre todo.


Pero igual.


Yo, tirada largo a largo


entre mi sombra


cuchicheo


un para qué.



A toda vela


el día se desenvuelve


entre un trago de nostalgia y quietud.


Pero hoy…


Hoy dan deseos de renacer


en la bandera.


De astillarse


gritando cualquier cosa


como un lebrel a rienda suelta.


Hoy es ese día


en que ni el canto ni la tierra caliente



ni las hojas cosidas a mano


podrían despertarnos.


Sin embargo, estamos despiertos.


Con una sensación vacía


como una soga dando vueltas


alrededor del último cuello,


como un puerto solo,


como un deseo más.


Hoy se pueden tener mil trigos


acunados entre las manos


y no se tienen.


Se puede caminar tanto


para encontrar a todo


y ni siquiera


damos un paso, una sola palpitación…


Hoy sería el día fijo,


el agua bebida milenariamente,


la miel calentada entre los labios.


Hoy


habría que mirarse sin nostalgia


en los espejos,


tomar la última capa de rocío


y acechar sin miedo a la mañana.


Pero no…


A pesar…


estamos con un mar de siglos incandescentes,


con un túnel en medio de los muslos,


como una violeta fusilada


sin compasión,


como una violeta mutilada


a todo galope.


Estamos tan andrajosos


que a veces nos tenemos lástima.


Tenemos lástima de no poder llorar el día.



©® Ana Sebastián, 1964.



































Después de las 15 hs. del mismo 6 de septiembre




Noticias


En ese año


los bonzos prendían


una llamarada impotente


a sus andrajos de sombra


y miles de hombrecitos


sobrevivían, vigilaban


resucitaban bajo la tierra.


En ese invierno


que terminaba


con el horizonte desvelado


tomamos café en La comedia


intercambiamos cuadros


y poemas


en los terraplenes


nos volvimos sospechosos


leyendo Compañero


y comprobamos


lo lógica y la ilógica


del deseo.


En esa primavera


mis pechos crecieron


de amor en las gradas del Anfiteatro


Municipal


y la chica


de los cabellos rubios


se hizo cabecita negra


en octubre de ese año.


En ese 17 de octubre


llegó el guerrero


herido esperado


y le dejó herida para siempre


la soledad de su vientre.


En el comienzo del verano


los sospechosos, niños todavía,


escribían volantes a mano


y horrorizaban a familiares y a viejos


con besuqueos imprudentes


en los trenes a corta distancia.


En 1964


la noticia más importante del año


fue tu amor y el mío


en las calles de Buenos Aires.


Y no hay vuelta.


©® Yuyo verde - Noticias, 1988.






Nouvelles

En cette année-là
les bonzes allumaient
une flambée impuissante
à leurs loques d´ombre
et des milliers de petits hommes

survivaient, veillaient,
ressuscittaient sous la terre.
En cet hiver-là
qui sachevait sur l´horizon d ´insomnie
nous prenions le café à La Comedia
nous échanfions des tableaux et des poèmes
sur les terrepleins
nous devenions suspects en lisan Compañero
et nous expérimentions la logique et l´illogique du désir.
En ce printemps-là
mes seins s´épanouirent d´amour
sur les gradins de l´Amphithéâtre municipal
et la file aus cheveux blonds devint
un petite “cabeza negra”*
en octobre de cette année-là.
En cet 17 octobre
arriva le guerrier blessé attendu
et il lui laissa, blessée pour toujours,
la solitude de son ventre.
Au début de l´été
les suspects, encore enfants,
écrivaient à la main
des tracts
et horrifiaient la famille et les vieux
par d´imprudents bécots
dans les trains de banlieue.
En 1964
la nouvelle la plus importante de l´année
fut ton amour et le mien
dans les rues de Buenos Aires.
Et il n´y a pas de retour.



*cabeza negra: “tete noir”: personne originaire de l´intérieur du pays (péjoratif).


Traducción: Marc Peeter et Marcel Hennart.



Publicado en L´arbre à paroles , Bruxelles, mars 1985.







Refugio


Ahora el mar es un remanso:
la dulce bahía de los sueños
y el cielo es más azul
tras los cerros enarbolados
y quietos,
tras la niebla crepuscural de los cerros
y las palmas y la luna
un viejo y ancho rojo
círculo
tras la noche y los cerros.


El camino del destierro...
cincuenta y cinco horas
de viaje
y atrás otra luna,
la llanura,
la pampa inacabable
atrás, el otro tiempo...
Aquí, la tierra después del
naufragio
y cada uno el salvavidas primero.

¡Oh triste es el
refugio de los muertos!


Atrás otro mar,
no esta bahía tranquila,
sosegada de los viejos sueños
y en ese otro mar nuestra nave hundida,
la única tabla de
nuestra balsa
la cruz de un madero en un mar


ensangrentado

y vos, marinero antiguo,

aún naufragando,

aún sin encontrar


el rumbo de los viejos

poetas
en el pequeño refugio


de sol en las
perdidas bahías.

Muriquí - Río de Janeiro, septiembre 7, 1977.





Nuestro refugio transitorio en Leme - Río - Imagen que me hace sentir kosoviana!!!

Ropa prestada y la naturaleza carioca que pensábamos que íbamos a disfrutar mucho más!!!
Gracias a los que entonces nos ayudaron!!!
"Es peor un ingrato que un infidente!" ¿No, Troilo?
A pesar de los infidentes que alguna vez fueran nuestros compañeros...

















Trópico de Capricornio




Guardo otras memorias
embravecidas del trópico de Capricornio
transitorio, húmedo, caliente
como un nido:
cuando Vinicius
ya había bailado xaxado
en la playa de Copacabana
añorante del hambre
del sertão
y los hombres se
dormían acomodándose
la miseria como almohada
y por esa época
yo paseaba
cuesta abajo, país arriba,
mi esperanza perseguida
buscándole
una nueva flor
para el ojal.





© ® De Mortales y fantasmas - Los brazos del olvido, 2011.

viernes, agosto 26, 2011


Presencias & ausencias

Finales de agosto de 1977

A mi madre, Celia Vázquez,

que mañana cumpliría 86 años y murió en mi ausencia,

in memoriam

“No sabemos qué hacer, pero lo hacemos. Cuando nos cruzamos con alguien que tiene que ver con la militancia política, no sabemos qué hacer, si hablarle o hacernos los burros y seguir como si no lo conociéramos, tantas veces tuvimos que levantar la casa en el último año y medio, más de veinte, tantas veces mi madre que ahora delira pidiendo compasión llevó sus bolsas de la feria cargadas de libros y objetos peligrosos de un lado a otro, aún hasta bien avanzado su cáncer, tantas veces participó del desaliento de nuestros secuestrados que ya no aparecían más ni por casa, ni por ningún lado, tantas veces le puso flores a la tumba de Diego y de Manolo. Nosotros hacemos y vendemos o tratamos de vender artesanías, mejor dicho, vos las hacés porque yo soy una inútil para eso. Los buenos amigos que volveremos a ver cuando volvamos de Holanda nos ayudarán a vender, aún más, con cualquier pretexto, nos invitarán a comer. Trabajo no podemos encontrar de ningún modo, sólo alguna que otra lección particular de castellano. Los otros, los que se prueban la ropa que vas a dejar, nos cerrarán las puertas, literalmente, no nos querrán ver, ya no somos la juventud heroica del 73 que era bien hacer sentar a la mesa, como esos nobles que siempre llevaban a un poeta trasnochado o a un pintor escandaloso para divertir a sus invitados, ya no daremos ni prestigio, ni poder, ni siquiera, diversión, a lo sumo, miedo. Somos NP, antes de ser tal vez NN, somos como leprosos que caminan con un estigma por la calle, sifilíticos que hay que rechazar por temor al contagio, ya no hay ni siquiera parientes que no le tengan miedo a nuestra presencia, somos a esta altura desafortunados y la gente le escapa al perseguido, el terror los enceguece más que el éxito y nosotros, tuberculosos inconscientes como mi abuelo paterno, seguimos ambulando por la ciudad, volvemos a vivir en nuestra casa al lado de la vía, nuestra casa con una ventana en los árboles, dormimos con el oído atento, un día golpearán la puerta y preguntarán por vos, yo diré que no te conozco. Gracias al dios de mi madre, nunca llevé ese nombre, pienso. Otro día, alguien tocará el timbre preguntando si el dueño de esa cupé del año 35 pintada de azul que está junto a la vía, vive ahí, yo ya ni sé que contesté, pero algo creo que presentí.

El día 26 de agosto será un viernes y mi madre cumple años mañana. Yo no sabré qué regalarle a una madre como la mía consciente de su poca vida y le haré una pasta frola y me iré al centro. A mi hijo lo irá a buscar mi padre al jardín de infantes y se quedará con él hasta la noche.

Me voy, seguro, en el tren a Retiro, me voy a encontrar con dos viejos ex-compañeros de esos que pensábamos que no podían seguir vivos y que encontramos por casualidad. Yo, rechazada tuberculosa inconsciente, creía que ya todo terminaba y no pensaba salir de esa ciudad, a lo sumo, irme a Mar del Plata, al departamento que mis tíos y mi madre ya quieren vender. Yo, en el tren, con el sol del invierno que cae, creo que haré este viaje eternamente. El día antes me encontré con un compañero de la UB de Chacarita a la que hace tres años que no voy, estuvo haciendo un juego de media hora antes de acercárseme, para ver si me seguían. Cuando se me acercó me dijo que los milicos tenían nuestros datos, que nos estaban buscando, que nos rajáramos lo antes posible. Yo no sé ni su nombre, cuando vuelva no sé si lo podré reconocer en la calle. Le dije que no, que no me iría, que lo peor ya debe haber pasado, pero que igual, gracias. Me dijo: Flaca, no da para más. Suerte, de cualquier modo. Y se fue. Yo en el tren a Retiro pienso de nuevo: ya pasó lo peor. Yo ya me fui el año pasado, después del secuestro de la Gorda, al Paraguay, y de ningún modo, me voy de aquí. Tengo en el bolsillo la carta de una pareja que escapó a Brasil, que está haciendo los trámites ante las Naciones Unidas.

El sol cae ya fuerte en agosto, mi padre a veces toma sol en la terraza y los jacarandás florecen en el Rosedal. En el hipódromo se preparan para la carrera de mañana, me acuerdo de nuestros domingos de hipódromo en 1967, 68 y de los domingos en la villa Saldías. Cuando volvamos, a la noche, después de buscar a nuestro hijo, veremos a dos tipos sospechosos que se esconderán atrás de un árbol en la esquina de casa. Tan infantil nos pareció su manera de actuar que descartamos que fueran canas, no nos vamos a dejar atrapar por la persecuta, dijimos. Dormimos como siempre, a pierna suelta, pero con un oído en lo alto de la noche. A las ocho y media de la mañana, el timbre: la vecina con la que yo tomaba el té y hablaba de las plantas, de los geranios de mi patiecito. Me pedirá en voz muy baja que le abra, me dirá que ayer estuvo un grupo de civil haciendo averiguaciones sobre nosotros, que nos vayamos, por el amor de dios, que nos van a matar o algo peor. Yo agarro a mi hijo y un bolso de cocodrilo con todos nuestros documentos, salimos pistola a mano, dispuestos a todo. No querré ir a ver a mi madre por miedo a no poder irme, le diré a mi padre que hay una pasta frola para ella sobre la mesa. Al mediodía nos encontraremos con los ex-compañeros con quienes estuvimos el día anterior. Comeremos en el Puerto de Olivos. Evaluaremos la situación: nadie nos abrirá las puertas: dos personas marcadas y un chico que quizás despellejan vivo delante de nosotros para hacernos decir lo que no sabemos porque el último tiempo sólo trabajamos para comer y conservamos la piel. No tenemos plata, es fin de semana, es fin de mes, mi madre se está muriendo y mi viejo no tiene un mango. Recorreré a la tarde uno a uno todos los pocos amigos que una vez me ofrecieron plata y yo nunca acepté. Vos comprarás un boleto para Brasil en ómnibus para mí y para mi hijo, pero además se necesitan 200 dólares para poder entrar en Brasil, que nos dará el padre de un compañero ya muerto. Yo no podré despedirme de tu familia, no sé si me despedí de tu hermano mayor que es para mí un hermano mayor. No vi a las mujeres de mi casa, sólo les hablé por teléfono, tratando de contener mi ansiedad, por otra parte, estaba acostumbrada a hacerme la fuerte, era necesario. En Federico Lacroze y Corrientes, en la confitería Imperio, me iré a despedir de mi tío Anta, que ya lagrimeaba y de mi padre que con dolor y entereza nos acompañará hasta la esquina de Alvarez Thomas y Lacroze y me dará un millón de pesos. Era sábado a la noche.

En la mesa del Albor de Cabildo y Lacroze, el Tío R, nuestro compañero de antes, me puso 5 palos. No se los quise aceptar a pesar de la situación. Finalmente los agarré. No sabíamos nada de los campos de concentración ni de los chupados ni nada de eso, sólo que te reventaban si te agarraban vivo. Al tío aparentemente lo levantaron para el mundial. Nadie sabe si está vivo o muerto. Tenía ojos de lechuzón, muy verdes y las manos grandes, casi tan grandes como las de Diego y tartamudeaba un poco. Un día me quiso besar en la boca para hacer un chiste y vos casi lo matás. El tío R. es un libro y un corazón aparte.

A la noche, nuestro ex-compañero nos llevó a dormir a una casa y me regaló un libro con una poesía de dedicatoria.

A las ocho de la mañana de Retiro sale el ómnibus para Río de Janeiro. Yo te dejaré a vos sin saber si nos volveremos a juntar o no, te dejaré a vos y trataré de ir serena, como una gran señora en el ómnibus. Cincuenta y cinco horas. Dieciséis horas a la frontera y no sé si la paso. Sola con mi hijo, sin equipaje. Sólo la oración de la abuela de Paso del Rey. La oración de Pancho Sierra. Miro Paraná y pienso algún día tendría que visitar Paraná. Pienso que voy a Brasil como se va a Mar del Plata, quince días y después volver, cuando pase la tormenta. Le cuento historias a mi hijo que ya me acompañó de la misma forma a Paraguay hace un año y que me pregunta por qué nos vamos y yo le invento cosas como caperucitas que se comen al lobo o algo así. En Paso de los Libres me como un sandwich de jamón crudo porque en Brasil no hay jamón crudo, un sandwich que me matará de sed por dos días seguidos. Son las doce y media de la noche y el puente fronterizo está enfrente nuestro, el río y allá Uruguayana, y acá la frontera. Yo no sé todavía de los desaparecidos, pero sí sé de las largas listas negras de las fronteras. Sí sé que si está mi captura es posible que pierda para siempre. Es el fin del domingo, me digo, que es el prefijo de la muerte. Cuando sube la gendarmería al ómnibus y también el ejército -el ejército subió tres veces en el camino y mi cédula pasó- yo tengo terror contenido y con mi mejor sonrisa entrego mi cédula. Me preguntan el objeto del viaje: turismo, y me piden la venia del padre para mi hijo: tengo todo. Paso el río Uruguay que es negro entre las luces y en la frontera brasileña mi hijo se despierta quejándose en sus cuatro años de que los brasileros no saben escribir prohibido porque lo ponen sin h. Yo entrego mis papeles, muestro mis 200 dólares, me lo llevo a mi hijo a un rincón, lo abrazo, lo beso y cuando volvemos al ómnibus, acuesto a mi hijo en un asiento libre y mientras las cariocas que van en el ómnibus cantan loas a los porteños que van en el ómnibus, me apoyo en la ventanilla, pienso que nunca más veré a mi madre, que encima tendrá que aguantarse las verdugueadas de los milicos que van a ir a buscarnos y con el alma aferrada a un dulce recuerdo veo la baja luna del noreste que se mete en la selva y el río se pierde, se pierde, el río queda de por medio, el río ya no es un río, es el límite de mí misma."

© De Domingo en el cielo, Ana Sebastián.