viernes, noviembre 30, 2012




HUGO DEL CARRIL
[30 nov 1912 - 13 agosto 1989]


                Hay temas y hay personajes que son muy difíciles de abordar sobre todo porque se corre el riesgo de caer en redundancias o lugares comunes por lo conocidos, populares o queridos.
                A esta altura  no creo poder agregar algo nuevo sobre Hugo del Carril que naciera como  Piero Bruno Hugo Fontana en San Pedrito 256. [En una oportunidad, cuando trabajaba en la Legislatura, intenté sugerir -sin lograrlo- hacer un homenaje y poner una placa en ese sitio].
                Sí creo sí que raras veces se produce una amalgama entre el artista y el ser humano, a quien todos describen como hombre cabal, leal a sus amigos y a sus convicciones e íntegro.
                Desde joven se destacó por su voz y por su pinta y, si bien comenzó con el género criollo, el tango fue la música que le permitiría desarrollar más plenamente su talento.
                En 1934 ya estaba desempeñándose como solista acompañándose con la guitarra. Y en 1936 empezó a grabar. Fue además compositor de los tangos Como la mariposa y Viejo camarada.
                A partir de 1937 cuando incursionó en el cine   -bajo la dirección de Manuel Romero en Los muchachos de antes no usaban gomina,  en donde interpretaba Tiempos viejos, su figura empezó a proyectarse en diversas dimensiones.
                Actuó en La vida es un tango, Gente bien, El astro del tango, Confesión, La vuelta de Rocha, Tres anclados en París,  Madreselva, La vida de Carlos Gardel.
                En 1941, en La canción de los barrios,  En la luz de una estrella y Cuando canta el corazón.
                En 1945 Mario Soffici y Eduardo Boneo lo dirigieron en La cabalgata del circo en la que participaban también Libertad Lamarque y María Eva Duarte .
                En 1946 protagonizó en México Canción desesperada y La noche y tú en la que interpreta Compadrón, Che, papusa, oí y Pobre mi madre querida.
                Hugo del Carril pasó de galán con especialidad de cantor a director. En 1949 dirigió y produjo, con guión propio, Historia del 900, en la que fue también protagonista junto a Sabina Olmos.
                También en 1949 grabó la Marcha peronista.  
                Link:  http://youtu.be/tayIdJvpbHY
                Después confesó: «La grabé por convicción y por pedido expreso del general Perón, aun sabiendo que sería más recordado por la marcha que por los tangos que he grabado.»
                En febrero de 1950 se estrenó El último payador en el que protagoniza a José  Betinotti con el guión de Homero Manzi y bajo la dirección de Ralph Papier.
                En 1951 dirigió y protagonizó El negro que tenía alma blanca, basada en la novela del catalán Eduardo Borrás, en coproducción con España.
                En 1952, impresionado por la lectura de El río oscuro de Alfredo Varela, que contaba descarnadamente la vida de los mensú en los yerbatales, decidió hacer una película basada en este libro. Alguien le advirtió que Varela estaba preso porque era comunista y que a Perón no le iba a gustar mucho la idea. Entonces, Hugo del Carril fue, encaró a Perón  y le dijo: "Yo quiero filmar este libro que es la vida miserable que llevaban los mensú hasta que saliera el Estatuto del Peón Rural, pero me dijeron que Ud. se va a oponer porque el autor es comunista." Y le dio el libro.
                Perón  lo mandó a llamar al día siguiente. Había quedado impresionado por el libro y no sólo obtuvo luz verde para filmar. Quería conocer al autor. Cuando Hugo del Carril le dijo que estaba preso, Perón ordenó su libertad y pidió conocerlo.
               
                El diálogo entre Perón y Varela parece haber sido:
        ¿Por qué está preso? –preguntó Perón.
–  Por orinar frente a la embajada norteamericana –contestó Varela y Perón se empezó a reír.
-          Mire, al final somos todos un poco comunistas, si al final lo que buscamos es la justicia social.

                Así fue que filmó Las aguas bajan turbias, estrenada el 26 de mayo de 1953, que también protagonizó y así fue que Hugo del Carril le dio un sello particular a nuestro cine, el sello social.
               





              En 1955 estrena La Quintrala, la vida la chilena criolla del siglo XVII así apodada, Catalina de los Ríos y Lísperguer, que fuera conocida por su abuso de poder y por lo que ahora llamaríamos su perversión, teniendo como protagonista a su amada Ana María Lynch.













         

             Después del golpe de septiembre de 1955, la Comisión Investigadora del Cine dio lo investigó y terminó preso durante cuarenta y un días. Sus películas, sus interpretaciones fueron prohibidas y tampoco podía actuar.
            Estaba filmando Más allá del olvido cuando un comando militar allanó su casa y terminó de nuevo detenido en la cárcel de Las Heras en donde fusilaron al Gral. Juan José Valle, actual Parque Las Heras.
              En 1958 dirigió  Una cita con la vida con el guión de Eduardo Borrás basado en Calles de tango, de Bernardo Verbitsky.
          En televisión participó de La calesita, La sentencia, Buenas noches, Buenos Aires, Tango Club, ciclos inspirados en la cultura porteña con la participación de artistas populares.
             En 1973 protagonizó Siempre fuimos compañeros. Por ese entonces y superada su prohibición política se estrenó La mala vida. En 1975 dirigió Yo maté a Facundo, su último film.
                En 1986 fue nombrado Ciudadano Ilustre de la Ciudad de Buenos Aires.


Ana María Lynch Foto: Anne Marie Heinrich

               Esto en cuanto a su vida pública, respecto a la privada, durante la filmación de Madreselva conoció a Ana María Martínez, cuyo nombre artístico fue Ana María Lynch, con la que vivió una tormentosa relación hasta fines de 1955 en que, ante la imposibilidad de trabajar en su país debido a su vinculación con peronismo, se fue a Hollywood en donde reinició su vida como Ana St. Clair y en donde murió en 1976.
             Dice Claudio España: «Ella hizo sufrir mucho a Hugo del Carril, que la amó como pocos hombres han amado a una mujer en su vida. La Lynch lo engañó permanentemente: fue amante, por ejemplo, de aquel ministro de Perón, Antonio Benítez, que le produjo La bestia humana y La tierra del fuego se apaga, y viajó con ella a Italia para contratar a Erno Crisa y a Massimo Girotti. Hugo del Carril había conocido a Ana María a comienzos de los 40 y la tempestuosa relación duró más de quince años. Nunca diría que Alberto Closas estuvo realmente enamorado de Amelia Bence, pero sí que Hugo adoró a la Lynch. Creo que finalmente la gran venganza de él fue dirigirla en La Quintrala: no conozco a otro director que haya hecho con su esposa un retrato femenino tan terrible y perverso como el que hizo Hugo con doña Catalina de los Ríos y Lisperguer... Desde luego, el público no se enteraba de las infidelidades de Ana María Lynch porque en Radiolandia y otros medios salían unos reportajes ingenuos, donde la vida de las estrellas era generalmente de color rosa…”
               
              [Evidentemente en mi infancia tenía la versión rosa en donde no se sacaban los trapitos sucios al sol de Radiolandia que dice España y, cuando jugaba con mi abuela Ana 2ª los artistas” en la cocina de la casa de Pampa cuando mis viejos se iban al cine, yo era siempre Ana María Lynch y no por semejanza de nombre sino porque me resultaba una mujer hermosa. Poco sabía de su volubilidad en amores. No creo que me hubiera importado mucho porque no fui formada en moralinas ni pacaterías ni doble moral. Será por eso que no puedo ni pretendo controlar o juzgar la conducta erótica de nadie, ni siquiera - a veces- hasta de mis mascotas.]

Volviendo a Hugo del Carril, en los años 60 se unió a Violeta Curtois con la que tuvo a sus hijos Marcela, Hugo, Amorina y Eva.
                Hoy Hugo del Carril cumpliría 100 años y se le  hace un homenaje en el Luna Park. Aquí va mi pequeño homenaje a ese porteño de ley, al artista y al hombre de convicciones que, cuando la Argentina se debatía en antinomias    -esperemos que superadas para siempre-    le valieron  durante años la proscripción y el silencio. Pero Hugo del Carril,  siguió siendo auténtico y soportó todo hasta que un día pudo renacer...
©® Ana Sebastián, 2012.

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