martes, julio 11, 2006

Una mujer sin estridencias
Ella casi no tenía nombre.
Una foto en blanco y negro
de una mujer bella,
rostro magro bajo el cuello de piel
de un abrigo
de los años cuarenta.
Mujer sin estridencias
de galán de radioteatro de moda.
Sombra de fabriquera
que tuvo que competir
con la sombra de las admiradoras,
las fans, los amores del galán,
con la misma sombra
de la primera evita recién llegada
y de la evita poderosa, Hera del sur,
pero aún con la memoria de evita.

Ella misma la sombra fabriquera que fue
tras el galán de radioteatro
con voz de radioteatro
con dos hijos del galán
para la vida difícil,
para ese mal de otelo
para melodramas en confiterías de moda
con amenaza de pegarle o pegarse un tiro
delante de las amantes famosas o casi….

Llantos que no se enjugan
hasta que un día
aparece el perfil del amigo
del galán de radioteatro
y ella se deja enjugar las lágrimas…
¿Enamorándose?
Nadie lo sabe bien.
Conviviendo con ese amigo,
la sombra del galán que no sería.
Conviviendo con esa vida de todos los días
- no la del radioteatro- la real real,
la vida del tedio,
de la paciencia y la impaciencia,
la de la rutina, la cama y la poca plata,
la del desgarro.

Amor de segunda hasta que la muerte los separe
y lo convierta en amor de primera, el que estaba y ya no está.
Y entonces pocas palabras, poca comida.
Cigarrillos y un vasito de vino y silencio….

Hospital también de segunda,
de obra social de jubilados y….
cenizas que durmieron en nuestro living
una noche de verano todavía calientes
ofreciendo volcanes en fuga, fosforescencias
en las paredes blancas de desconsuelo.

Nadie sabe dónde se están enfriando esas cenizas
para ponerles una flor.
Había nacido el 13 de julio de 1913.
Todos los 13 de julio alguien enciende una vela.
Una foto en blanco y negro de una mujer
bella de los años cuarenta sin fosforescencias.

El día que la conocí me dijo:
“Los demás me llaman Doña,
vos, decime Cata.”

©Ana Sebastián, 2006.
Vínculo

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