Hace veinticinco
años se derribó el Muro de Berlín.
- ¿No es el viento nadie?
Ese 7 de noviembre de 1989 fue el
paroxismo.
Y no es para extrañarse: coincidía -dentro
del calendario gregoriano- con el 72 aniversario
de la que, en el calendario juliano vigente en el Imperio ruso, fue conocida
como Revolución de Octubre -25 de octubre de 1917- o Revolución Bolchevique.
Ese 7 de noviembre de 1989, de ese modo,
con las multitudes golpeando contra el muro, sacando las piedras, sería el principio
del fin del llamado “mundo bipolar”.
Ese 7 de noviembre de 1989 comenzaría el
derrumbe del mundo comunista.
Nosotros vivíamos en Europa, más precisamente
en Amsterdam en donde pasamos la mayor parte de nuestro exilio. Y v os, mi amor, te fuiste a Alemania, viviste
ese paroxismo, pasaste a la entonces conocida como RDA… Y me trajiste unas
piedritas del muro muy chiquititas que guardo como un tesoro, como una alhaja histórica
del siglo XX…
Ese 7 de noviembre de 1989 la gente
estaba loca porque Alemania se iba a reunificar y eso sería una hecatombe.
Alemania - Patria única |
La caída del muro fue también la caída
de una ilusión, de la utopía de un mundo justo que estaba detrás de la cortina
de hierro… Un mundo que muchos creían más igualitario, un mundo por el que
muchos murieron sin conocerlo realmente…
Lo peor de ese día que me impresionó
siempre es la historia de un hombre joven que trató de huir de Berlín oriental
a último momento… Nunca llegó al otro lado… Nunca apareció… Es la tristeza de la muerte del joven aviador inglés que relata
Marguerite Duras… El último muerto inútil de la última batalla de la guerra… Su
hermano todavía lo busca…
Las piedritas son nada para separar a
los humanos… Seguimos siendo humanos de un lado y del otro.
Pero los humanos son mucho para hacer
muros…
Y las ilusiones son también mucho… para
perderse una vez que se caen los muros…
“¿Y
no es nadie la ilusión?”
¡Qué frase del andaluz Juan Ramón
Jiménez, al que muchos sólo conocen por Platero
y yo!
J. R. J., que también sufrió el exilio y bien temprano. Declarado republicano,
comenzó a dar asilo en su casa a varios chicos huérfanos en cuanto estalló la
guerra civil. En simultáneo el diario socialista Claridad comenzó una campaña contra los
intelectuales de forma tal que Manuel Azaña, el entonces Presidente de la Segunda
República, lo nombró agregado cultural en Washington para que se evitara las
agresiones de los del mismo bando.
Zenobia & J. R. J. recién casados |
En 1937 fue a Cuba. En 1938 murió
su sobrino más querido, Juan Ramón Jiménez Bayo, en el frente de Teruel, lo
que, según la esposa de J. R. J, Zenobia Camprubí Aymar, «El dolor dejó a Juan
Ramón absolutamente estéril por casi año y medio».
En 1939 la casa del matrimonio
en la calle Padilla de Madrid fue saqueada totalmente.
Entre 1939 y 1942 vivieron en
Miami en donde escribió Romances de Coral Gables.
En 1940 J. R. J. cayó en una depresión
profunda y tuvo que ser internado en el Hospital Universitario de Miami.
En 1942 volvió a Washington.
Entre 1944 y 1946 él y su
esposa fueron docentes en la Universidad de Maryland.
En 1946 volvió a caer en la
depresión y estuvo ocho meses internado.
En 1947 se instalaron en Riverdale.
Y en 1948 se embarcaron rumbo a
Montevideo y a Buenos Aires en donde fue recibido con admiración y cariño. Aquí
dio varias conferencias e hizo lecturas de su obra.
En Buenos Aires |
Una jovencita entonces
ignota se le acercó para demostrarle el fervor por su obra y alguno que otro
texto. Después sería conocida como María Elena Walsh…
En 1950 J. R. J. y su esposa
se instalaron en San Juan de Puerto Rico en donde fueron nombrados profesores en
la Universidad de Recinto de Río Piedras.
En 1956 le otorgaron el Premio Nobel de Literatura. Zenobia murió a los
tres días de ser notificado y, dolorido, decidió no ir a recibir el trofeo. En
su nombre fue a recibirlo el rector de Recinto de Río Piedras. Si ya había
tenido depresiones, la muerte de su compañera lo dejaría desconsolado.
J. R. J. murió el 29 de mayo de 1958 en la misma clínica que su esposa.
Sus restos y los de Zenobia fueron
trasladados al Cementerio de Jesús de Moguer...
He aquí el poema completo.
NO ERA NADIE
– No era nadie. El agua.
– ¿Nadie?
-
¿Que no es
nadie el agua?
– No hay nadie. Es la flor.
-
¿No hay
nadie?
-
Pero ¿no es
nadie la flor?
– No
hay nadie. Era el viento.
–
¿Nadie?- ¿No es el viento nadie?
-
No hay
nadie. Ilusión.
-
¿No hay
nadie?
-
¿Y no es
nadie la ilusión?
[Moguer,
Huelva, Andalucía, 1881 - San Juan, Puerto Rico, 1958]
®© Ana Sebastián, Memorias impertinentes.
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