Foto Man Ray - Paris - 1922 |
Hoy es el aniversario del nacimiento de Victoria Ocampo
en 1890, esa ariana que vivió su época, el siglo XX, a toda plenitud y que
conoció a los principales personajes de su tiempo y a muchos los alojó en su
casa de San Isidro o en la de Mar del Plata.
Tagore & Victoria |
Entre ellos, a Rabindranath
Tagore, de quien se cuenta que se enamoró platónicamente y que le dedicó este primer
poema:
Mujer, que llenaste de tierna belleza
mis días de exilio,
y me aceptaste en tu cercanía
con una gracia pura
como la sonrisa de la estrella desconocida
que me saluda
mientras estoy a solas en el balcón,
fija la mirada en la noche austral.
Llegó la voz de lo alto: “Te conocemos
pues
llegas de la oscuridad del infinito
como nuestro huésped, el huésped de la luz.”
Así, con la misma voz fuerte me gritaste:
“Te
conozco!”
Y aunque ignoro tu idioma, Mujer,
lo
escuché expresado en tu música:
“Tú eres siempre nuestro huésped en esta tierra,
poeta,
el huésped del amor.”
San
Isidro, octubre de 1924.
Traducido
por el mismo Tagore del bengalí al inglés.
No
voy a hacer una biografía suya. Pero muchos de los que en un momento tuvimos la
tentación a su denuesto especialmente por razones de sectarismo político [no nos olvidemos que estuvo presa por
antiperonista en 1953 durante casi un mes], no podemos -cuando retomamos los personajes y los hechos
desde una perspectiva más amplia, sin fanatismos, sin fervores ciegos- dejar de darle un lugar preponderante en
nuestra historia -fue la única mujer latinoamericana
en los Juicios de Nürenberg- y en nuestra literatura, así como en nuestro
conocimiento y, por lo tanto, en nuestra sensibilidad.
Desde Sur y por Sur
llegamos a conocer y disfrutar lo mejor
de la literatura argentina e internacional
-y no sólo europea- como algunos pensábamos. También estaban los
Krishnamurthi y el mismo Tagore. Además de grandes como Malraux, Camus, Roger
Calloit, Waldo Frank, Graf von
Keyserling, José Ortega y Gasset, Drieu
La Rochelle, Henry Miller, Jacques Lacan… por nombrar algunos.
En
2008 la Fundación Sur encontró tres textos inéditos. El segundo está dedicado "a Monsieur
Edmond Rostand" [1868 – 1918], el poeta y dramaturgo francés, tal vez el
más conocido en la época de nuestro Centenario, sobre todo por Cyrano de Bergerac, de 1897 y Les Romanesques de 1894 y el escritor
preferido de Sarah Bernard. Evidentemente
es un poema de juventud… Se lo da por un soneto, aunque no da la métrica
clásica.
Aquí va, Victoria, la
femme du monde…
A Monsieur Edmond Rostand
Me gusta,
triste, soñar por la tarde, cuando tañe la hora,
sea con el
céfiro perfumado de la primavera
o de un
invierno helado la brisa monótona
que de las
campanas me trae un sonido claro y vibrante.
Me gusta
imaginarme en una playa bretona
con su arena
de oro y el océano inmenso
y la queja sin
fin de las olas que resuena,
esas olas de
tono glauco y espaldas de espuma.
Amo esos días
de verano donde el sol cálido brilla,
el pájaro
vuela borracho de luz y gorjea,
las flores
perfumadas lo embalsaman todo y el prado es tan verde!
Pero lo que
llega más a mi alma sensitiva,
lo que la hace
llorar y la cautiva
es escuchar,
oh Rostand, cantar su alma en verso!
® © Ana
Sebastián, Reflexiones impertinentes.
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