miércoles, abril 02, 2014

2 de abril 1982

 
 
 


El 2 de abril de 1982 se casaba nuestro amigo Rudy, nuestro primer amigo en la GU, el primero que se acercó a hablarnos en la cantina del Spaans Seminarium de la Universidad de Amsterdam. Desde entonces fuimos y seguimos siendo amigos.

Nos preparamos para el casamiento, una verdadera fiesta, fiesta de surinameños.
Los novios saludando


 

Los novios bailando
 
Pero por esas veleidades que conlleva el ser argentino nos íbamos a encontrar con otra cosa en la fiesta: ni bien entramos nos saluda Rudy con un “¿Así que están en las Islas?”

¿De qué hablaba Rudy cuando no había medios globalizados ni internet ni nada? Y ahí nos explicó: los argentinos habían ocupado las Islas Malvinas.

            Gracias a Dios, dos días antes me habían dado mi diploma, me había recibido porque esa ocupación nos iba a cambiar la vida y no creo que luego de esa derrota hubiera seguido estudiando con el mismo ahínco.

Nos acordamos de cuando Dardo Cabo, en plena época de Onganía, se había mandado la cruzada de secuestrar el Douglas de Aerolíneas Argentina el 28 de septiembre de 1966 y desviarlo hacia las Islas para plantar la bandera argentina.


Dardo Cabo & María Cristina Verrier



Dardo Cabo, que provenía de Tacuara y formaría el MNA  -Movimiento Nacionalista Argentino-  en 1961, luego pasaría a Montoneros, dirigiría El descamisado y moriría siendo guerrillero a principios de 1977, no iba sólo en el vuelo 648. Con él iban María Cristina Verrier, su pareja, la única mujer del grupo.
También sus compañeros de entonces que luego tomarían diferentes rumbos políticos: su segundo, Alejandro Armando Giovenco  -seguiría en la derecha peronista y terminaría en el CNU [Concentración Nacionalista Universitaria], estaría en el Palco de Ezeiza y moriría luego de que le explotara la bomba que llevaba para colocarle no se sabe a quien en Corrientes y Uruguay [si no me falla la memoria], Juan Carlos Rodríguez, Diego Cursi, Aldo Omar Ramírez, Jesús Salcedo, Ramón Adolfo Sánchez, Edelmiro Ramón Navarro, Edelmiro Ramón Castillo, Juan Carlos Bovo, Víctor Chazarreta, Pedro Bernardini, Fernando Aguirre, Fernando Lizardo, Luis Francisco Caprara, Ricardo Alfredo Ahe, Norberto Eduardo Karasiewicz.

Cabo - Rodríguez & Giovenco
 
Plantaron las bandera argentinas. Como mediador con las autoridades inglesas, actuó el sacerdote católico Rudolph Roel que los hospedó en su parroquia de Santa María.

Finalmente, luego de que las banderas flamearan durante 36 horas en las islas, se cantara el himno nacional y se diera el sacerdote diera una misa, fueron embarcados y llegaron a Usuhaia el 3 de octubre.
 

Pero volviendo al 2 de abril de hace 32 años…, no es lo mismo vivir algo semejante cuando uno se ve sometido al exilio que cuando uno está en su país.

El espíritu patriótico era tan intenso que inmediatamente nos pusimos en movimiento casi todos los exiliados de Europa.

            Nosotros llamamos a Buenos Aires para que nos contaran cómo se vivía.

A los dos días estábamos comprando una radio onda corta para poder oír la RAE, Radio Argentina al Exterior, y gracias a ese aparato oímos a Galtieri cuando quiso ser Perón y nos conmovíamos hasta las lágrimas cuando escuchábamos a la multitud que se vivando a la Patria... Y cuando terminaron cantando el himno a más de 14.000 km de distancia llorábamos a moco tendido.

            Ver link: http://youtu.be/9JGhRNAZmwo

 
Wiemer Emmelkamp - 1981
No todos estaban de acuerdo con nuestro pensamiento y sentimiento. Perdimos varios amigos holandeses, entre ellos, a Wiemer Emmelkamp, viejo resistente holandés que había protegido a los republicanos que habían podido huír de la Guerra Civil Española, y que, durante la Segunda Guerra Mundial sería el hombre de contacto para esconder, proteger y tratar de salvar a  los perseguidos de De Vonk  -La chispa-, uno de los primeros grupos en luchar contra los nazis. A Wiemer lo conocíamos desde casi las primeras semanas de nuestra llegada gracias a la gente de Amnesty International. Fue una especie de tutor nuestro, anarco, culto, lo apreciábamos mucho, con el que hablábamos de literatura, de historia, de política. Todavía tengo el pequeño diccionario y los libros de literatura francesa que había sido de él, que era profesor, porque sabía que nos gustaba la literatura y a mí , muy especialmente, la francesa. Pero se indignó cuando supo que nosotros teníamos nuestro corazón latiendo por esa guerra y que nos íbamos organizando, aunque algunos argentinos estuvieran en desacuerdo.


Incluso participamos en una marcha que se hacía por la paz en El Salvador como una última columna con una bandera argentina   -que yo había cosido para otro fin en el 78-. Y muchos de los que marchaban se querían distanciar de nosotros…

Publicamos una solicitada en el diario más leído de Holanda en la que explicábamos nuestra posición con los puntos fundamentales:

éramos refugiados políticos,

no estábamos con la Junta,

estábamos en contra de cómo la prensa holandesa trataba el tema

y sobre todo LAS MALVINAS SON ARGENTINAS.

y poníamos una casilla de correo para que se comunicaran con nosotros.

La pagamos nosotros, de nuestro peculio personal o familiar, mejor dicho, la publicaron, pero suprimieron el párrafo que aludía a la prensa holandesa…

Después de esto nos llamaban de las radios y de la televisión, pero nos advertían que teníamos que si éramos muy pro-argentinos sería difícil.

El 1º de mayo se hacía un gran encuentro de distintos partidos por el Día del Trabajador que tenían mesas con sus representantes. Estaban todos los partidos, incluso representantes de algunas organizaciones que no eran holandesas.
Nosotros hicimos un volante del mismo tenor que la solicitada y fuimos a repartirlo mesa por mesa. Ni bien lo veían, nos lo devolvían o lo dejaban ahí.
Nosotros seguíamos a la mesa siguiente sin mirar siquiera qué partido era. De pronto en una mesa, se levantan los representantes y nos abrazan: eran la mesa del IRA. Lógico… Faltaba que nos dijeran “¡Compañeros!”
La verdad, la situación nos hizo reír.

Por la radio de onda corta oíamos las noticias y festejábamos con lo del Sheffield o llorábamos con lo del Crucero Gral. Belgrano.

En mayo nos reunimos en París, sobre todo los peronistas y algunos otros compañeros, aunque entre los troskos había muchas diferencias.

En el Metro de Paris 1

En el Metro de Paris 2



 
Caminando por París para renovar el ánimo...
Fuimos a París y nos encontramos con los que venían de Suecia, de Suiza, de España y del resto de Francia. Y ahí veíamos qué podíamos hacer, tal vez con mucha ingenuidad y mucho dolor.
 
 
 
 
 
 
Salimos de la reunión y nos fuimos a hacer boludeces hilarantes como buenos argentinos, para descomprimirnos un poco. Y las hicimos.

Boludeando en París                          Detalle de Boludeando en Paris
 


En Holanda nos apoyaban los surinameños, los indonesios, los turcos, los marroquíes que querían Ceuta y Melilla para ellos, los gallegos que querían Gibraltar y, como dije, los irlandeses…

Gracias a Rudy pude lograr hablar en un programa de Radio Stad – la radio de la Ciudad de Amsterdam-  y pude decir  -porque el conductor, de quien no me acuerdo el nombre, también era un surinameño- todo lo que pensábamos y me entrevistó durante todo el tiempo que tenía. Fue una de mis primeras intervenciones públicas en neerlandés y me despaché utilizando una palabra que recién conocía loopjongen = ‘cadete’, ‘chico de los mandados’ aplicándosela al General Alexander Haig que había sido enviado como negociador. La frase al menos dio resultado porque nadie se la esperaba.

Tuvimos varias algunas respuestas de otra gente, intelectuales, especialistas en literatura africana, sudafricanos que vivían en Holanda e incluso de quienes eran diplomáticos de carrera. Entre otras, la de Miguel Barnet, el escritor cubano autor de Biografía de Cimarrón, que acababa de salir en neerlandés, y en su charla defendió públicamente la causa de Las Malvinas.

Para colmo a nosotros nos habían enseñado de chicos que la fecha efeméride de Las Malvinas era el 10 de junio.

El 14 de junio fue terrible, doloroso.

Quedaba una frustración para el verano europeo…  

Finalmente nos fuimos a Italia y pasamos por Génova porque nos habían dicho que allí podríamos encontrar fainá que no había en Roma. Llegamos a Génova y no encontrábamos nada. A vos se te ocurrió preguntarle a un cura “porque  -dijiste- si un cura en Italia o en España no sabe dónde se come algo, no existe”. Y el cura sabía. No respondió: en i vicoli. Y allí fuimos a los i vicoli, los pasajes estrechos de Génova y encontramos un lugar en donde vendían fainá y tengo una foto en que estoy casi atragantada de tanto comer… Y compramos una entera y nos mandamos a Roma a ver a nuestro amigo Juan José… que cuando nos atendió por el portero y preguntó quién era le dijiste: “¡Los Gurka!”

 
Juan estaba solo en ese momento. Y también estaba triste por lo de la guerra… Igual nos recibía como siempre cuando llegábamos a su casa. Aunque cuando le dijimos que habíamos pasado por Génova a comer fainá, puso una espantosa cara de orto y se hizo el interesante en su silla de ruedas… hasta que le dijimos: te trajimos también para vos. Y ahí cambió: Juan se puso comer fainá y había gurka que lo parara.


Juan, amigo, comiendo -no justamente fainá-,
te extrañamos!!






Juan comiendo y nosotros riéndonos





























A la vuelta veníamos llegando a la frontera de Alemania y se te ocurrió correr con  -si no me equivoco- un BMW y ni mirabas los carteles que anunciaban que había que bajar la velocidad… y seguías… hasta cuando viste ya la aduana y empezaste a sacar el pie del acelerador.

Cuando llegamos a la frontera, un oficial de la Bundespolizei ya había separado al del BMW, de modo que nos preparamos para el kilombo nada menos que en esa frontera.

El mismo oficial se acercó a nosotros y nos preguntó de dónde veníamos y adónde íbamos.

Si sabíamos que había que bajar la velocidad y que no habías bajado. Vos le respondiste que sí, que sabías…

El oficial nos empezó a mirar y empezó a caminar alrededor del auto… Se quedó mirando la calcomanía que había atrás… pegada en la luneta…

Volvió y preguntó de dónde éramos y se adelantó: ”Argentiniers?”

“Jawohl!”, le contestaste.

“¿Malvinas…? Gut… Gut… Argentiniers…!!!!  Ach Was!!! Weggehen!!! Weggehen!!! Auf Wiedersehen!!

“Tschüss! Tschüss!”  le dijimos nosotros más rápidos que ligeros. Y saliste como un tiro para Holanda…

La calcomanía de “Las Malvinas son argentinas” con el dibujo de las dos islas nos había salvado de la policía alemana. 

Por el retrovisor vimos al BMW parado al costado de la Aduana…

No sé qué pasará con Las Malvinas…

Sé que aquí homenajeo a los que lucharon y cayeron allí, a los veteranos y quiero traer el recuerdo de todos los que sufrimos durante tanto tiempo esas vigilias por la patria lejana que tratábamos de esconder y endulzar con chistes, ironías, imitaciones, boludeces… incluso con fainá… Y de todos los que nos bancaron como Rudy y el locutor cuyo nombre se me perdió con el tiempo…

 

®© De Memorias impertinentes, A. S.

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Twitter: @anasebastian27

 

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