El 2 de abril de 1982 se casaba
nuestro amigo Rudy, nuestro primer amigo en la GU, el primero que se acercó a
hablarnos en la cantina del Spaans Seminarium de la Universidad de Amsterdam.
Desde entonces fuimos y seguimos siendo amigos.
Nos preparamos para el casamiento, una verdadera fiesta, fiesta
de surinameños.
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Los novios saludando
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Los novios bailando |
Pero por esas veleidades que conlleva el ser argentino nos
íbamos a encontrar con otra cosa en la fiesta: ni bien entramos nos saluda Rudy
con un “¿Así que están en las Islas?”
¿De qué hablaba Rudy cuando no había medios globalizados ni
internet ni nada? Y ahí nos explicó: los
argentinos habían ocupado las Islas Malvinas.
Gracias a Dios, dos días antes me
habían dado mi diploma, me había recibido porque esa ocupación nos iba a
cambiar la vida y no creo que luego de esa derrota hubiera seguido estudiando
con el mismo ahínco.
Nos acordamos de cuando Dardo Cabo, en plena época de Onganía,
se había mandado la cruzada de secuestrar el Douglas de Aerolíneas Argentina el
28 de septiembre de 1966 y desviarlo hacia las Islas para plantar la bandera
argentina.
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Dardo Cabo & María Cristina Verrier |
Dardo Cabo, que provenía de Tacuara y formaría el MNA -Movimiento Nacionalista Argentino- en 1961, luego pasaría a Montoneros, dirigiría
El descamisado y moriría siendo
guerrillero a principios de 1977, no iba sólo en el vuelo 648. Con él iban María Cristina Verrier, su pareja, la única mujer
del grupo.
También sus compañeros de entonces que luego tomarían diferentes rumbos
políticos: su segundo, Alejandro Armando Giovenco -seguiría en la derecha peronista y
terminaría en el CNU [Concentración Nacionalista Universitaria], estaría en el
Palco de Ezeiza y moriría luego de que le explotara la bomba que llevaba para
colocarle no se sabe a quien en Corrientes y Uruguay [si no me falla la
memoria], Juan Carlos Rodríguez, Diego Cursi, Aldo Omar Ramírez, Jesús Salcedo,
Ramón Adolfo Sánchez, Edelmiro Ramón Navarro, Edelmiro Ramón Castillo, Juan
Carlos Bovo, Víctor Chazarreta, Pedro Bernardini, Fernando Aguirre, Fernando
Lizardo, Luis Francisco Caprara, Ricardo Alfredo Ahe, Norberto Eduardo
Karasiewicz.
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Cabo - Rodríguez & Giovenco
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Plantaron las
bandera argentinas. Como mediador con las autoridades inglesas, actuó el
sacerdote católico Rudolph Roel que los hospedó en su parroquia de Santa María.
Finalmente, luego de que las banderas flamearan durante
36 horas en las islas, se cantara el himno nacional y se diera el sacerdote
diera una misa, fueron embarcados y llegaron a Usuhaia el 3 de octubre.
Pero volviendo al 2 de abril de hace 32 años…, no es lo mismo vivir algo semejante cuando uno se ve sometido
al exilio que cuando uno está en su país.
El espíritu
patriótico era tan intenso que inmediatamente nos pusimos en movimiento casi todos
los exiliados de Europa.
Nosotros llamamos a Buenos Aires
para que nos contaran cómo se vivía.
A los dos días estábamos comprando una radio onda corta para
poder oír la RAE, Radio Argentina al Exterior, y gracias a ese aparato oímos a
Galtieri cuando quiso ser Perón y nos conmovíamos hasta las lágrimas cuando
escuchábamos a la multitud que se vivando a la Patria... Y cuando terminaron
cantando el himno a más de 14.000 km de distancia llorábamos a moco tendido.
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Wiemer Emmelkamp - 1981 |
No todos estaban de acuerdo con nuestro pensamiento y
sentimiento. Perdimos varios amigos holandeses, entre ellos, a Wiemer
Emmelkamp, viejo resistente holandés que había protegido a los republicanos que
habían podido huír de la Guerra Civil Española, y que, durante la Segunda
Guerra Mundial sería el hombre de contacto para esconder, proteger y tratar de
salvar a los perseguidos de De Vonk
-La chispa-, uno de los primeros grupos en luchar contra los nazis. A
Wiemer lo conocíamos desde casi las primeras semanas de nuestra llegada gracias
a la gente de Amnesty International. Fue una especie de tutor nuestro, anarco,
culto, lo apreciábamos mucho, con el que hablábamos de literatura, de historia,
de política. Todavía tengo el pequeño diccionario y los libros de literatura
francesa que había sido de él, que era profesor, porque sabía que nos gustaba
la literatura y a mí , muy especialmente, la francesa. Pero se indignó cuando
supo que nosotros teníamos nuestro corazón latiendo por esa guerra y que nos
íbamos organizando, aunque algunos argentinos estuvieran en desacuerdo.
Incluso participamos en una marcha que se hacía por la paz en El
Salvador como una última columna con una bandera argentina -que yo había cosido para otro fin en el 78-.
Y muchos de los que marchaban se querían distanciar de nosotros…
Publicamos una
solicitada en el diario más leído de Holanda en la que explicábamos nuestra
posición con los puntos fundamentales:
éramos refugiados políticos,
no estábamos con la Junta,
estábamos en contra de cómo la prensa holandesa trataba el tema
y sobre todo LAS MALVINAS SON ARGENTINAS.
y poníamos una casilla de correo para que
se comunicaran con nosotros.
La pagamos nosotros, de nuestro peculio personal o familiar,
mejor dicho, la publicaron, pero suprimieron el párrafo que aludía a la prensa
holandesa…
Después de esto nos llamaban de las radios y de la televisión,
pero nos advertían que teníamos que si éramos muy pro-argentinos sería difícil.
El 1º de mayo se hacía un gran encuentro de distintos partidos
por el Día del Trabajador que tenían mesas con sus representantes. Estaban
todos los partidos, incluso representantes de algunas organizaciones que no
eran holandesas.
Nosotros hicimos un volante del mismo tenor que la solicitada
y fuimos a repartirlo mesa por mesa. Ni bien lo veían, nos lo devolvían o lo
dejaban ahí.
Nosotros seguíamos a la mesa siguiente sin mirar siquiera qué
partido era. De pronto en una mesa, se levantan los representantes y nos
abrazan: eran la mesa del IRA. Lógico… Faltaba que nos dijeran “¡Compañeros!”
La verdad, la situación nos hizo reír.
Por la radio de onda corta oíamos las noticias y festejábamos
con lo del Sheffield o llorábamos con lo del Crucero Gral. Belgrano.
En mayo nos reunimos en París, sobre todo los peronistas y
algunos otros compañeros, aunque entre los troskos había muchas diferencias.
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En el Metro de Paris 1 |
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En el Metro de Paris 2 |
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Caminando por París para renovar el ánimo... |
Fuimos a París y nos encontramos con los que venían de Suecia,
de Suiza, de España y del resto de Francia. Y ahí veíamos qué podíamos hacer,
tal vez con mucha ingenuidad y mucho dolor.
Salimos de la reunión y nos fuimos
a hacer boludeces hilarantes como buenos argentinos, para descomprimirnos un
poco. Y las hicimos.
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Boludeando en París Detalle de Boludeando en Paris |
En Holanda nos apoyaban los surinameños, los indonesios, los
turcos, los marroquíes que querían Ceuta y Melilla para ellos, los gallegos que
querían Gibraltar y, como dije, los irlandeses…
Gracias a Rudy pude lograr hablar en un programa de Radio Stad –
la radio de la Ciudad de Amsterdam- y
pude decir -porque el conductor, de
quien no me acuerdo el nombre, también era un surinameño- todo lo que
pensábamos y me entrevistó durante todo el tiempo que tenía. Fue una de mis
primeras intervenciones públicas en neerlandés y me despaché utilizando una
palabra que recién conocía loopjongen = ‘cadete’, ‘chico de los mandados’
aplicándosela al General Alexander Haig que había sido enviado como negociador.
La frase al menos dio resultado porque nadie se la esperaba.
Tuvimos varias algunas respuestas de otra gente, intelectuales, especialistas
en literatura africana, sudafricanos que vivían en Holanda e incluso de quienes
eran diplomáticos de carrera. Entre otras, la de Miguel Barnet, el escritor
cubano autor de Biografía de Cimarrón,
que acababa de salir en neerlandés, y en su charla defendió públicamente la
causa de Las Malvinas.
Para colmo a nosotros nos habían enseñado de chicos que la fecha
efeméride de Las Malvinas era el 10 de junio.
El 14 de junio fue terrible, doloroso.
Quedaba una frustración para el verano europeo…
Finalmente nos fuimos a Italia y pasamos por Génova porque nos
habían dicho que allí podríamos encontrar fainá que no había en Roma. Llegamos
a Génova y no encontrábamos nada. A vos se te ocurrió preguntarle a un cura “porque -dijiste- si un cura en Italia o en España no
sabe dónde se come algo, no existe”. Y el cura sabía. No respondió: en i vicoli. Y allí fuimos a los i vicoli, los pasajes estrechos de
Génova y encontramos un lugar en donde vendían fainá y tengo una foto en que
estoy casi atragantada de tanto comer… Y compramos una entera y nos mandamos a
Roma a ver a nuestro amigo Juan José… que cuando nos atendió por el portero y
preguntó quién era le dijiste: “¡Los Gurka!”
Juan estaba solo en ese momento. Y también estaba triste por lo
de la guerra… Igual nos recibía como siempre cuando llegábamos a su casa. Aunque
cuando le dijimos que habíamos pasado por Génova a comer fainá, puso una espantosa
cara de orto y se hizo el interesante en su silla de ruedas… hasta que le
dijimos: te trajimos también para vos. Y ahí cambió: Juan se puso comer fainá y
había gurka que lo parara.
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Juan, amigo, comiendo -no justamente fainá-,
te extrañamos!! |
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Juan comiendo y nosotros riéndonos |
A la vuelta veníamos llegando a la frontera de Alemania y se te
ocurrió correr con -si no me equivoco-
un BMW y ni mirabas los carteles que anunciaban que había que bajar la
velocidad… y seguías… hasta cuando viste ya la aduana y empezaste a sacar el
pie del acelerador.
Cuando llegamos a la frontera, un oficial de la Bundespolizei ya
había separado al del BMW, de modo que nos preparamos para el kilombo nada
menos que en esa frontera.
El mismo oficial se acercó a nosotros y nos preguntó de dónde
veníamos y adónde íbamos.
Si sabíamos que había que bajar la velocidad y que no habías
bajado. Vos le respondiste que sí, que sabías…
El oficial nos empezó a mirar y empezó a caminar alrededor del
auto… Se quedó mirando la calcomanía que había atrás… pegada en la luneta…
Volvió y preguntó de dónde éramos y se adelantó: ”Argentiniers?”
“Jawohl!”, le contestaste.
“¿Malvinas…? Gut… Gut…
Argentiniers…!!!! Ach Was!!! Weggehen!!!
Weggehen!!! Auf Wiedersehen!!
“Tschüss! Tschüss!” le dijimos
nosotros más rápidos que ligeros. Y saliste como un tiro para Holanda…
La calcomanía de “Las Malvinas son argentinas” con el dibujo de
las dos islas nos había salvado de la policía alemana.
Por el retrovisor vimos al BMW parado al costado de la Aduana…
No sé qué pasará con Las Malvinas…
Sé que aquí homenajeo a los que lucharon y cayeron allí, a los
veteranos y quiero traer el recuerdo de todos los que sufrimos durante tanto
tiempo esas vigilias por la patria lejana que tratábamos de esconder y endulzar
con chistes, ironías, imitaciones, boludeces… incluso con fainá… Y de todos los
que nos bancaron como Rudy y el locutor cuyo nombre se me perdió con el tiempo…
®© De Memorias
impertinentes, A. S.
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