Hoy pretendía postear una
canción y un poema que fueran hechos y grabados en los días posteriores al 8 de marzo de 1971 en que por primera vez se nos
enlutó la juventud por la muerte de nuestros amigos,
Diego Ruy Frondizi y Manolo Belloni, asesinados, una vez que se rindieron, por
un Sargento de la Policía de la Provincia hace 43 años en Rincón de Milberg. La canción está cantada por Omar y Federico, de quienes no sé nada, si existen o no y el poema recitado por otro compañero. Mi inoperancia para subir
sonido desde la PC a blogger me lo impidió. Trataré de averiguar más
y hacerlo con más tiempo.
Hoy,
en esta sociedad líquida, se licúan los sentimientos y muchos se
vanaglorian de ser lo que nunca fueron, de haber sido amigos o compañeros de
quienes nunca lo hubieran sido, de venir a contarnos nuestra propia historia y de
querer quedarse con los ojos mirando atrás con el desconocimiento bíblico de Lot...
Todo sin pudor, sin la vergüenza de no haber sido cuando se tuvo que
ser... Y encima con dedos acusadores y moralinas de teleteatro...
Si realmente hubieran conocido
a los Diego y Manolo, se darían cuenta de cuánto la pifian. Eran, éramos, sobre todo rebeldes, indomables, nos reíamos de todo y amábamos la vida más que nada, aunque muchos piensen que existía una necrofilia patológica.
Gente como Diego y Manolo no andaban por la vida con frases hechas, con
peroratas aprendidas de memoria, con pretensiones desmesuradas de ser algo más
que lo que eran: dos pendejos de veintitantos años (Diego no había cumplido los
veintitrés) que querían cambiar el mundo, hacerlo más justo, más ecuánime, en
el espíritu de la época, no sólo de nuestro país, de América -porque incluso
Norteamérica tuvo sus propios Diegos y Manolos-, del mundo…
Gente
como Diego y Manolo, equivocados o no, eran combatientes. No querían ser el Sr. Karenin ni tenían mayores aspiraciones personales: Manolo, ver crecer a su hija Victoria, seguir con sus laburos y estudios. Diego, tener algún día una mujer con las caderas anchas de los hijos que le diera...
Ese infausto 8 de marzo a las 8 y media de la mañana, ante la orden de Manolo, que era el jefe del operativo, de que lo abandonase cuando ya tenía un tiro en la pierna y se entregara para salvar su vida, Diego lo levantó, lo cargó y lo arrastró como pudo hasta el final...
Fueron nuestras primeras, dolorosas bajas...
Alguien que escribía una especie de cantar de gesta para los compañeros, escribió en esos días posteriores al 8 de marzo de 1971 unos malos pero sentidos poemas con asonancias que empezaban así:
A Manolo
De
Cristo tenías el nombre
y
la cruz cargaste como él,caíste una mañana, es cierto,
pero no estabas solo, Manuel.
[sigue]
A Diego
Hermano, tomá tu
pañuelo,
vení,
vamos a llorar por Diego.Hermano, alzá tu voz en cuello,
vení, vamos a vengar a Diego.
Vení, vamos,
que Diego late en nuestra sangre
aunque otros lo crean muerto...
[sigue]
Saqueadores
sacrílegos robaron de sus tumbas algunas de las placas que rezaban, una, la
frase de Julius Fucik, escrita en Reportaje al pie del patíbulo:
“Por la alegría vivo,
por la alegría voy al combate, por la alegría muero…
Que nunca la tristeza sea asociada a mi nombre..."
hecha colocar por Lilí Mazaferro, la madre de
Manolo que, a partir de ese momento entraría en la militancia, y la otra:
"Cuando te persiga el cansancio,
cuando te adormezca el olvido,
repetí su nombre
y te acordarás de sus ojos,
de sus manos que modelaron
con arcilla de luz y sangre el tiempo nuevo."
hecha colocar en ambas bóvedas por Ricardo Frondizi, el padre de
Diego, ingeniero anarco que era todo un personaje y de cuya amistad disfruté hasta que falleció.cuando te adormezca el olvido,
repetí su nombre
y te acordarás de sus ojos,
de sus manos que modelaron
con arcilla de luz y sangre el tiempo nuevo."
Siempre
con nosotros!!!!
Leer El ballenato en el
post de 8 marzo 2011.
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