Hoy Adrián Guida cumpliría 49 años que no cumplirá.
Lo conocimos en Amsterdam en 1985 cuando empezó el
revival del tango y nuestro amigo chileno, el productor Lucho Aravena llevó,
entre otros, a la Orquesta de Pugliese a tocar a De Meervaart.
Y fue amistad a primera vista…
Cada vez que venía la orquesta a Holanda y los
músicos y los dos cantores, él y Abel Córdoba tenían que alojarse en un
hotelucho cerca de la Centraal Station mientras el matrimonio del director de
la orquesta -que solía repetir que no
era una orquesta común y corriente sino una cooperativa- se alojaban el Pullman… ¿Otra categoría, no?
Adrián & moi - al lado, cortado, Abel. De espaldas, Marianne |
Adelante un amigo, Daniel, al fondo los tres de Pugliese & moi de espaldas |
Adrián - no se quién - Abel de frente - Fabio & moi |
Al rato de llegar a Ámsterdam, Adrián se comunicaba y llegaba a casa
con Abel Córdoba y a veces con Fabio La Pinta, el bandoneonista. Allí nos poníamos al día: charlábamos, comíamos, trasnochábamos...
O nos íbamos al centro y terminábamos en el café Scheltema -uno de nuestros preferidos bruincafés- al que nostalgiosamente llamábamos “Café de los Angelitos”…
Y ahí nos divertíamos, comíamos, chusmeábamos….
En ese Café de
los Angelitos también se come y muchos holandeses cenan a las seis de la
tarde: Y allí estábamos nosotros con él, Fabio La Pinta y Abel Córdoba
riéndonos, contando anécdotas, lo que había pasado, lo que pasaba en Buenos
Aires.
De pronto, en medio de la charla se me ocurrió preguntarles si se acordaban cómo se llamaba el tango que Gardel canta al final de De terugkeer, el documental de Cherry Duyns que habíamos hecho el año anterior. Yo no me acordaba el título y les empecé a decir la letra... No terminé el primer verso… Adrián sigue sentado y empieza con su voz:
“Tango triste, tango rante de mis tiempos caferatas…
o conozco tu pasado, yo comprendo tu traición,
los malevos no te miran con los mismos ojos de antes
porque fue tu cuna, el bajo y el lujo, tu seducción… " [Reproche]
Antes de terminar la primera estrofa se le acopla Abel.
Por la hora de la cena en el café había mucho ruido de vajilla, mozos que servían, conversaciones de entremesa…
En menos de un minuto el mundo se paralizó en el Scheltema…
El silencio era de una misa de las de antes.
Terminaron de cantar…
Todos, hasta los mozos, el barman y hasta el cocinero abrieron un aplauso que duró más de cinco minutos seguidos.
La gente los había reconocido o se habían dado cuenta de que eran los que habían cantado la noche anterior en De Meervaart.
Seguro que no habían ido, pero lo habían leído en De Volkskrant, el diario más importante de Amsterdam cuando esa noche sorprendieron a todos, incluso a Cherry Duyns y a nosotros mismos, cantando juntos Milonga para Gardel, como nadie -con ideas pintoresquistas y prejuicios sobre el machismo del tango- se imaginaba que se podía cantar, en dupla.
Clickear: http://youtu.be/N2AmwVIF6Tk
Hoy reproduzco aquí lo que escribí en el segundo aniversario de esa muerte artera y precoz.
Hoy les cuento esta historia en honor a su vida y agradezco y agradeceré siempre que Adrian se haya cruzado en la nuestra…
Adrián
Guida
Un
pibe de Almagro
El amor a Buenos Aires encuentra variantes en el canto al barrio
que representa para el tanguero la patria chica, el lugar donde se afinca todo
el mundo afectivo. Ese entorno de barrio: los rincones amados y conocidos, las
esquinas, los faroles, el patio de conventillo, la casa paterna, las calles
donde se quedó la inocencia de los juegos infantiles, donde el primer beso se escondió
bajo la sombra nocturna de los árboles, donde se descubrió la primera traición o
el primer desengaño significan toda la seguridad ante un mundo tambaleante y falso.
El barrio es el lazo con el pasado, con la propia identidad, como uno mismo.
La
relación con la ciudad y el barrio es, se puede decir, ontológica.
El centro es
la forma alienadora, deslumbrante con sus lujos, sus luces engañadoras, sus anuncios
de neón, sus cabarets, su frivolidad. El centro es atrayente, pero traicionero,
snob, el mundo de apariencias que el tanguero camina y a la vez denuesta mientras
lleva clavado en su idiosincrasia al barrio, lo auténtico.
El
barrio es esencial en la filosofía del tango: el referente.
Por eso en esta
ocasión vamos a recordar a un pibe de barrio, a un pibe de Almagro que, lamentablemente,
no nos acompaña y que mamó esta filosofía desde la cuna.
Un
pibe que se sentía realizado cuando interpretaba estos versos: "Almagro, Almagro de mi vida / vos fuiste
cuna de los guapos".
Clickear: http://youtu.be/ewlacz1dv-M
de palabra que hay que cumplir y sobre todo, de amistad. Adrián hacía suyas, tal vez sin conocerlas, las palabras de Scalabrini Ortiz: para el porteño, "la amistad es un olvido del egoísmo humano".
Por
eso, por lo que cantó y no se escucha, por lo que quiso ser y no fue, por haber
sido un muchacho de esquina, "porque
no tuvo más pretensiones que las comunes", por ser "sencillo, hecho a ternuras / sin otra
cosa que un cuore grillo", por ser lo que fue y no pudo seguir siendo,
he aquí nuestro homenaje en el 2º aniversario de su muerte, acaecida
el 12 de diciembre de 1994, luego de haber cantado el último tango de la noche
del TANGO en Casablanca…
®© Ana
Sebastián, 1996.
Publicado en
La novena, Buenos Aires, 1996.