Una prima segunda mía se inmoló a los dieciocho años durante una pelea con su marido -primo hermano de mi madre- prendiéndose fuego con un calentador a kerosén a los pocos meses del casamiento que había sido un lujo para esa época y para nuestro barrio.
De chica mi madre me llevaba a verla al Instituto del Quemado y todo me parecía terrorífico incluso ese olor nauseabundo que estaba en todo el ambiente.
Nelly, así se llamaba, era hermosa y sólo se le había salvado la cara: quemada de cuello a pies. Era terrible. Estuvo años y no había adelantos de la plástica como ahora. Sobrevivió, tuvo un hijo o dos con su marido. Después no sé si se separaron. Les perdí el rastro...
Sin embargo, cuando era chica y sonaba una sirena iba a ver con mi vieja que estaba siempre dispuesta a sacrificarse por los otros, con mi abuela o mi tía abuela que curioseaban de lejos y siempre admiré a esa gente que se atreve a meterse a luchar contra los elementos casi indomables.
El 16 de octubre de 2010 postée un poema De fuegos y de palabras que había salido en la revista francesa Siècle XXI en donde hablaba de esa atracción por el fuego...
El 11 de septiembre me desperté y me quedé atónita, pegada al televisor al ver cómo se caían las torres del World Trade Center y totalmente acongojada cuando mostraban cómo seguían los bomberos adelante con sus perros, con sus cascos, con su arrojo. Y cuando comenté mi estado en mi laburo de entonces se burlaron porque les parecía bien porque les pasaba a los yanquis... No comment!!
Viví de cerca la tragedia de Cromagnon como lo conté otras veces, pero siempre que pienso en los chicos y en su vitalidad, pienso también en el fuego...
Hoy me desperté -como casi todos seguramente- con la noticia de ese incendio de mala espina...
Enseguida supe que ya había algunos muertos y heridos y vi en directo cómo caían alguno de los bomberos cuando se derrumbaba una pared.
Y vi a los muchachos del 103, de Defensa Civil de la Ciudad llorando y Anahí Garnica, la chica bombero a la que antes le habían hecho un reportaje y quería servir a la comunidad, es decir, a nosotros.
Y el fuego seguía...
Creo que no sólo vale poner la cinta de luto. Entre paréntesis, me pregunto ¿nueve o más bomberos merecen dos días? ¿Hay alguna escala en Ceremonial para determinar los lutos oficiales?
Pienso que debemos hacer una cadena de oraciones como propone el Fb La tragedia de Barracas y hacer un homenaje de presencia masiva acompañando a esta gente como se merecen, a los que murieron dando su vida y a los sobrevivientes que siguen adelante a pesar de todo... porque no sólo son un ejemplo de sacrificio por el otro, de modestia y sencillez en su orgullo por su uniforme... Son más que humanos, debemos tenerlos en el escalafón superior de la humanidad por encima de las cenizas y por encima del poder del mismísimo fuego...
Doloroso... muy doloroso...
® © Ana Sebastián, 2014.
Twitter: @anasebastian27
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