Entre los tantos libros que poblaban la biblioteca de mi tío
Ángel -que todavía tengo- estaban muchos del best seller de la primera mitad del siglo XX, Stefan Zweig. No eran
los que más me atraían. Eran biografías que en mi adolescencia no me
interesaban. Entonces me volcaba a los libros sobre el amor libre, sobre la
política, ciertas novelas non sanctas… la
poesía…
Cuando veníamos desde Amsterdam a Río de Janeiro en julio de
1984 con mi hijo de once años, el regisseur Cherry Duyns y Jogchem, su
camarógrafo, para filmar nuestra vuelta luego de siete años de exilio y la
búsqueda del sentimiento del tango, De Terugkeer, que era su décimo
documental, en el avión empezamos a hablar de literatura y Cherry -que es un artista completo, múltiple, hombre
casi renacentista: escritor, músico, el mejor documentalista de Holanda, actor,
compositor-, me dijo que estaba releyendo porque lo leía y lo releía: Die Welt von Gestern – El mundo de ayer,
el libro póstumo de Stefan Zweig.
Cherry, nacido en Alemania, en Wuppertal, Renania del Norte, Cherry,
de madre alemana y padre holandés el 27 de agosto de 1944, cuando terminó la
guerra él era un bebé y quedó del lado alemán con su madre.
Su padre, actor de varieté, de Haarlem se fue y lo secuestró y
lo llevó a vivir con él y su familia paterna y todos los extraños, bizarros
[antes para nosotros bizarro era ‘valiente’] personajes del mundo del varieté
de la postguerra, a punto tal que, en ese mismo viaje, pero en la escala de
Porto Alegre, me contó que estaba escribiendo un libro con estas historias y
que de chico se había enamorado locamente de la liliputiense y que se escondía
bajo la mesa para admirarla para que nadie se diera cuenta…
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Cherry Duyns |
De ahí empecé a revalorar a ese escritor austríaco cuyos libros
estaban en mi casa, pero que no había leído. Y de ahí me empecé a obsesionar yo
también por su terrible y buscada muerte de la que hoy se cumplen 72 años.
No voy a entrar en los detalles de la vida de Zweig que
cualquiera puede buscar.
Cuando encontré, después de mucho buscarlo, El mundo de ayer, su manejo de lo que es una autobiografía con una
plasticidad que nos lleva realmente a ese mundo que él vivió en la Viena de
principios de siglo, me impresionó….
Él había estado en la Primera Guerra Mundial convocado, pero
declarado no apto para el frente, terminó exiliándose en Zurich ya que como Romain
Rolland y otros intelectuales de la época sostenía una posición pacifista.
Después del Armisticio volvió a a Austria, a Salzburg. Ya era un
escritor de nombre. Se casó con Friderike Maria Burger von Winternitz, a la que
conocía desde hacía unos años.
Durante años viajó por el mundo y seguía escribiendo sus obras
prolífica y minuciosamente, incluyendo una ópera con Richard Strauss, Die schweigsame Frau, - La mujer silenciosa. El Partido Nacional
-Socialista pidió que lo eliminaran su nombre
-ya que no era ario- del cartel
antes de la inauguración. Y Strauss se negó y se estrenó en el Semperopera de
Dresden. Hitler, que solía ir a los estrenos, no fue. Pero sólo se permitió el
debut y dos representaciones. Se sacó de cartel. Corría el año 1935.
En 1936 se prohibieron sus libros. Desde 1934 estaba viajando incluso por América
del Sur. En 1936, ya perseguido, es invitado por el Pen Club a Argentina. Dos
años más tarde se separa de su esposa.
Vivió en Londres y luego con su segunda compañera, la que fuera
su secretaria, Charlotte Elisabeth
Altmann, en París. Pero París no era justamente una fiesta.
Vuelve a viajar por Estados Unidos, República Dominicana,
Argentina, Paraguay, Brasil.
Con la caída de París y el avance del nazismo en Europa y
Asia resolvió viajar a Brasil para recoger material para un libro. Su editor
brasilero Abrahão Koogan le consiguió una invitación de Getúlio Vargas como
huésped oficial. Vargas lo recibió y homenajeó en Itamaraty.
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Zweig y Lotte en Petrópolis en su 60 cumpleaños |
Al
principio fue alojado en el Hotel Copacabana
Palace y después cuando decide radicarse, va con Lotte, ya su esposa, a
vivir a Petrópolis.
Ya
había citado a Américo
Vespucio: "Si el paraíso existe en
algún lado del planeta, ¡no podría estar muy lejos de aquí!"
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La casa de Petrópolis |
Allí escribió Brasil: el país del futuro, pero no tuvo muy buena crítica.
Después de leerlo y sobre todo con las charlas con
Cherry siempre me intrigó su muerte y me impresionó esa decisión del doble suicidio.
En 2008 cuando estuve por última vez
en Holanda, Cherry me mostró a mí sola
-privilegiada-, antes de estrenarlo, su nuevo film: De onzichtbare film: De Panamaschets – El film invisible: Los apuntes de
Panamá en el que cumplía con su ambición de siempre: hacer un documental
sobre su admirado Stefan Zweig.
Ahí me enteré, en casa de Cherry,
que Zweig tenía idea y había hecho algunos apuntes, tipo guión para filmar una detallada
y extensa película sobre el canal de Panamá. De ahí el título.
Cherry -asesorado por un biógrafo austríaco y uno en
Brasil- recorre toda la vida y muerte de Zweig que a él le había intrigado
tanto como a mí y me había trasladado su intriga. [V. post del 3 noviembre 2008]
Los suicidios son incomprensibles. Mi
abuelo Ramón se mató a los pocos días de cumplir sus 29 años... en 1931 y antes
de saber que era un suicidio, me contaron otras historias. El suicidio era un
tabú. Deja sueltos por el mundo fantasmas sin respuesta.
Estudié mucho sobre los suicidios
para mi novela Las manos de la audacia y entre ellos, el de los Zweig.
Cito autorreferencialmente:
“... Stefan Zweig que se mata junto con su
mujer en su casa de Petrópolis en donde pasan sus días de exilio a causa de los
nazis dejando también su testamento literario, El mundo de ayer, dejando “la vida
provisoria, la vida errática” como si la vida no fuera errática y provisora.
¿Por qué esa fascinación por los amantes de la muerte, supremo desconsuelo o
climax del libre albedrío?”
Cherry me había contado algo que
desconocía y que lo sorprendió cuando se enteró filmando en Petrópolis: Stefan
Zweig estaba obsesionado por no tener dinero para su futuro -había nacido en familia acadualada y era el best – seller del siglo… Después
de su muerte encontraron un baúl repleto de dinero: era millonario.
Su
depresión aumentó con las noticias de la guerra, el ataque a Pearl Harbour, la
entrada de Estados Unidos en la guerra y el hundimiento del buque brasilero
Buarque, que motivó que Brasil dejara de ser neutral.
Zweig y Lotte habían pasado los últimos días de sus vidas
arreglando: habían mandado cartas de despedida, puesto la casa en orden,
incluso libros para devolver… En la
noche del 22 al 23 de febrero de 1942 consumaron su pacto de muerte.
Zweig había escrito:
"Creo que es mejor finalizar en un buen momento y de pie
una vida en la cual la labor intelectual significó el gozo más puro y la
libertad personal el bien más preciado sobre la Tierra."