SANTÍSIMA TRINIDAD
11 DE JUNIO
1580 – 2012
En 1580, Juan de Garay baja de
Asunción, funda primero la ciudad de Santa Fe, capital de la actual provincia
de Santa Fe.
El 11 de junio, a orillas
occidentales del Plata trazando con su espada una cruz en la tierra, funda la
ciudad de la Santísima Trinidad con setenta
hombres entre españoles, criollos -hijos de españoles, por lo general de madre
guaraní, nacidos en América- e indios. Y bautiza como Santa María de los Buenos Ayres al Puerto.
El poblado debía disponerse de
acuerdo a las Ordenanzas de 1573 de Felipe II: un cuadrilátero rectangular con
calles en dos sistemas de paralelas que se cortaban entre sí formándose ángulos rectos como en el tablero
del ajedrez, que determinaban las manzanas.
Juan de Garay calculó unas 250
manzanas en el trazado de la ciudad, lo que demuestra el optimismo o la visión
del fundador, ya que eran más manzanas que gente.
Unas cuarenta y seis manzanas
formaron el centro o la zona urbana y se parcelaron cada una de ellas en cuatro
solares para residencia de los "vecinos", salvo las destinadas a la Plaza
Mayor (la futura Plaza de Mayo), al Adelantado (luego el Fuerte) y a los
conventos de San Francisco y de Santo Domingo y a un hospital.
Un cuarto de manzana se destinó al
Cabildo y a la iglesia mayor y al Jefe de Gobierno.
A partir de ese núcleo céntrico que
todavía existe, hacia las afueras del centro, se entregó una manzana a cada uno
de los pobladores que debían ser utilizadas para hacer huertos de cultivos
menores. Los trabajos de cultivo suelen estar a cargo de unos pocos indios
"encomendados", según cuenta José Agustín García.
Quedaron además sin repartir unas
zonas que eran propiedad de la ciudad y luego se otorgaron extensiones mayores
de tierra en las afueras para cultivo de cereales, eran llamadas chacras (ya con este término americano).
Como vemos, desde el nacimiento estamos
marcados por nuestros delirios de grandeza.
Los fundadores elegirán el patrono
de Buenos Aires en un sorteo de santos y ante la bronca de los españoles sale
un santo que fuera un obispo de Francia, San Martín de Tours.
Los españoles hacen tres veces este
sorteo porque San Martín no sólo no era español, no era ni siquiera francés
aunque hubiera sido Obispo de Tours.
San Martín se empeña en salir y sale hasta que los
españoles se resignan.
Y aquí tenemos un signo de la trampa que nos marcará y un
anticipo de que "dios está en todas partes, pero atiende en Buenos Aires”.
Por amor a esta ciudad que quimérica, sorprendente y perturbadora que muchos
denuestan, pero en la que todos quieren vivir, por su generosidad que hace que los porteños lo sean por pertenencia y no por cuna -como Carlos Gardel, Julián Centeya, Homero Manzi, Homero Expósito, César Tiempo y tantos otros como mi propio padre-, con el orgullo ser porteña de cuna y crianza, vaya el poema que Carlos Guido
Spano, nuestro primer poeta urbano, escrito cuando lo acusaron de traidor por haber
estado contra la guerra de la Triple Alianza:
“¡He nacido en
Buenos Aires,
qué me
importan los desaires
con que me
trate la suerte.
¡Argentino
hasta la muerte!”
¡He nacido en
Buenos Aires!”
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