Aclaración preliminar:
Este artículo fue una columna del programa de radio La mar del ángel de noviembre de 2003. Era hasta hoy un manuscrito perdido, entre tantos otros, que trato de digitalizar. Hoy apareció en la pila para pasarlo. Y cuando me dispuse a hacerlo me encontré con que -dadas ciertas circunstancias de público conocimiento- es muy actual. De ahí mi decisión de postearlo.
DE SUBASTAS INTERNACIONALES Y VIVOS CRIOLLOS
El otro día se dieron a conocer detalles de
la colección de obras y objetos de Jorge Luis Borges o relacionadas con él que
se subastarán en Bloomsbury Book Auction
el 20 de noviembre -¡oh, casualidad!- el
día de la de la soberanía. Y ahí saltó que hay veinte libros de la biblioteca
familiar y algo que otro ejemplar que pertenecería al Patrimonio de la
Biblioteca Nacional.
Borges firmando un manuscrito - Foto: Sara Faccio |
Nuestro amigo, el Director de la Biblioteca,
Horacio Salas, tuvo que salir a responder y, entre otras cosas, manifestó que
desde 1953 no hay un fichaje sistemático.
Yo no sé si leí mal. Pero lo que sí sé es que,
mal que nos pese, nosotros y seguramente el mismo Horacio Salas que es amante
de los libros en general y de Borges en especial, es costumbre -y volvemos al tema de siempre- nacional mal disponer de lo público y cuando
no se lo destruye, si se puede comerciar, mejor. Si puedo hacerme unos
manguitos mejor.
Nosotros, que fuimos
estudiantes y docentes en universidades extranjeras, éramos
sorprendidos dos por tres porque los libros de las bibliotecas públicas aparecían en casa de
algún compatriota.
Peor aún, muchas veces, cuando recorríamos la
biblioteca universitaria, nos encontrábamos con algunos ejemplares con el sello
de una biblioteca pública de acá.
¿Qué pasaba y cómo pasaba?
Lo que pasaba es
que algún vivo de los nuestros viajaba a Buenos Aires o venía un pariente y con
cincuenta dólares tentaba en épocas de devaluación a algún empleado público y
se llevaba obras incunables de las bibliotecas de allá que luego, por donación, donaba a las bibliotecas públicas
o universitarias. Y así, de esta manera, como de tantas otras, se demuestra una
vez más que muchos de nuestros connacionales consideran lo público como tierra
de nadie, elemento susceptible de ser no sólo maltratado, descuidado, destruido
sino también susceptible de ser apropiado.
Se roba el papel de los baños
públicos, los toalleros, las perchas y hasta los picaportes. Por eso -y con
mucho dolor- llamo a este país ¡el país
sin manija! No nos debe extrañar que se roben hasta los libros incunables y
que, incluso los compren aun los ignorantes y burros, los nuevos ricos que no
leen y que tienen que llenar una estantería o la biblioteca de un estar
improvisado.
Ver también:
http://www.lanacion.com.ar/546364-a-dos-dias-del-remate-sigue-el-misterio-sobre-el-libro-de-borges
©® Ana Sebastián, Reflexiones impertinentes,16 noviembre 2003.
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