EL "NO SE DE QUÉ SE TRATA PERO ME
OPONGO"
Los argentinos y la historia del Obelisco
en su 76 aniversario
Creo
que hoy, en setenta y seis aniversario de la inauguración del tramo ancho de la
Calle Corrientes que va desde Esmeralda hasta Carlos Pellegrini y del Obelisco en
donde estuviera emplazado el templo de San Nicolás de Bari, nadie -ni siquiera los más ortodoxos radicales que
pensaban emplazar allí la estatua de Hipólito Yrigoyen- suscribiría la
oposición tan tenaz de los dirigentes de ese partido a la ejecución y al emplazamiento
de este monumento.
Estos
monumentos piramidales vienen de la antigüedad egipcia y, trasladados por piratería
cultural o copiados por admiración, hoy ornamentan varias ciudades. Los encontramos
en Paris, en Amsterdam, en Washington. De
modo que no debe de extrañarnos que a los porteños de los años 30 - que tantos modelos edilicios tomaron-, se
les haya ocurrido hacer este monumento que se convirtió, con el tiempo en el símbolo
identificatorio de lo porteño.
Desde
que fuera inaugurado por el Presidente Agustín P. Justo y el Intendente Mariano
de Vedia y Mitre el 23 de mayo del 36 bajo una llovizna y un cielo gris similares
a los de hoy, este Obelisco nuestro -realización
del arquitecto modernista Alberto Prebisch- que dijo: “Se adoptó esta simple y honesta
forma geométrica porque es la forma de los obeliscos tradicionales... Se le
llamó Obelisco porque había que llamarlo de alguna manera. Yo reivindico para mí
el derecho de llamarle de un modo más general y genérico «Monumento»…”
El
Obelisco fue originalmente mirado con desconfianza y después tuvo que soportar todos
los motes, calificaciones: desde horrible, pelado hasta insulso y fálico. Se lo etiquetó: "pinchapapeles de acero y
cemento", "zángano", "tachuela monumental", "fea estaca", "armatoste
monstruoso de latón", "pene gigantesco", etc. Y generó una especie
de obeliscofobia.
En los teatros de
revistas, caricaturas, publicaciones, periódicos y viñetas se
hacía
mofa de un monumento que no servía para nada.
Para
el periodismo era un adefesio edilicio y se hizo permanente campaña en su contra
hasta que, en 1939, el Concejo Deliberante resolvió demolerlo votando, por 23
votos contra 3, una ordenanza que el
Intendente vetó con el argumento de que entonces los monumentos eran patrimonio
de la Nación y no de la Ciudad y el Obelisco
es un monumento.
Sin
embargo, poco a poco, se fue imponiendo y se empezaron a levantar voces en su
defensa.
El
escultor Fioravanti sostuvo en Noticias
Gráficas: "Lo que interesa es la
ornamentación de Buenos Aires y esos cuatro planos que se elevan nos han de
obligar a levantar nuestra mirada hacia lo alto y así miraremos el azul de las
estrellas".
Héctor
Basaldúa, artista plástico, escenógrafo del Colón, pronosticó: “Tendrá belleza y sentido".
Baldomero
Fernández Moreno escribió un poema en una servilleta del Alvear Palace Hotel y
se lo regaló a la Sra. María Mercedes Lerena, esposa de Prebisch. Hoy está
inscripto en su lado sur. Lo compara con una
"espada de plata refulgente" que la ciudad tenía guardada.
Tal vez la opinión más
profética y acertada fue la de Alberto Lagos: "Será un símbolo para la ciudad".
Y
así fue. No se sabe cómo empezó a encarnarse no sólo en el espíritu porteño -no se podría imaginar Buenos Aires sin él-,
sino que cualquier turista lo identifica
y lo busca en las postales.
Como
el tango es el símbolo cultural, el Obelisco es el símbolo monumental de nuestra
ciudad. Poco a poco se fue incorporando
en la poesía en los mismos textos de los tangos, en las obras teatrales, en el
cine.
El
obelisco -mudo como Gardel- es el corazón latente de los porteños y la
mayor prueba de esto es que cuando necesitamos llorar o reír colectivamente
existe esa consigna tácita: ¡VAMOS AL OBELISCO!
De
ahí que el Obelisco no es el lugar donde "se izó por primera vez la bandera
nacional el 23 de agosto de 1913", sino el testigo de casi todas nuestras alegrías
y nuestros dolores. Y encima es elegido
para todo tipo de demostraciones, cortes y piquetes no sólo porteños, también provinciales,
nacionales e internacionales -uruguayos de Peñarol, colombianos contra su
presidente-, populares y antipopulares sin ningún respeto por nuestro emblema
que sufre las pintadas y graffittis de cualquier gil que se las da de vivo,
especialmente cuando está en patota.
De un símbolo se convirtió
en EL SÍMBOLO, pero, no nos
olvidemos su historia y veremos que también es el símbolo de nuestra necedad.
DATOS TÉCNICOS:
Tiene la altura permitida
por la edificación de la Diagonal para no quedar
desacorde: 67,50 metros
discriminados así:
63 hasta la iniciación del
ápice que tiene 3,50 x 3,50.
Ápice con cuatro
ventanitas.
Punta roma y mide 40 cm.
Puerta ubicada hacia el
oeste.
Interiormente tiene 200
escalones y 7 rellanos.
Pesa 170 toneladas.
Se levantó en 60 días.
Originalmente estaba
revestido por 1320 m2 de lajas de piedras blancas de Olaen de Córdoba, pero
como durante el gobierno de Ortiz hubo un accidente y se desprendieron varias,
se lo revistió a partir de 1943 con revoque fino.
Hoy en día, debido a la
profusión de graffitis y pintadas, tiene que ser limpiado y mantenido con pintura
y esto implica un deterioro in crescendo.
RESPETÉMOSLO!!!
TIENE
EDAD Y VALOR SUFICIENTE PARA QUE LO RESPETEMOS!!!
©® Ana
Sebastián, 1997 - 2012.
1 comentario:
Muy bueno lo del Obelisco, lo desconocía. También hay obeliscos en Estambul. Exito para tu operación. Sara
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