Hace 39 años el 8 de abril fue también domingo. La noticiadel día era que había muerto Pablo Picasso.
Yo estaba viviendo los últimos días de mi embarazo en Campana131 en la casa de mi tía Sara con mi tío Segundo y mis primos.
A la tarde había venido Cata a verme. Había estado en Devoto a verte. Me había traído noticias tuyas y una cartita que me mandabas en papelitos de armar cigarrillos con letra minúscula.
De pronto a alguien se le ocurrió hacerme la prueba del cuchillo y de la tijera. Pusieron sin que yo viera un cuchillo y una tijera en distintas sillas y los taparon con respectivos almohadones. Yo me fui a sentar en la que tenía el cuchillo bajo el almohadón. ¡Va a ser un nene! gritaron
todos.
Cuando Cata decidió irse, la acompañé hasta la estación Floresta a tomar el tren para Paso del Rey. Las tres cuadras de vuelta hasta lo de mi tía las hice incómodas a pesar de las zapatillas que me habían prestado… Yo no usaba nunca zapatillas… La panza me pesaba… Las piernas me pesaban… Iba en zapatillas prestadas con el vestidito celeste de embarazada que me había hecho mi madre siguiendo mis diseños tableado con superminifalda. Me costaron esas tres cuadras, pero a la noche, a la hora de cenar no tuve problemas en comer como una bestia el pollo con papas al horno que había hecho mi tía. Para eso no me dolía nada.
A las dos de la mañana empecé a quejarme por las contracciones y después de tomar el tiempo, a las cuatro estábamos en la Sardá con mi primo, mi prima y después apareció mi vieja.
Desde entonces estuve en trabajo de parto que lo llaman en una sala con montones de parturientas que gritaban como chivos, que puteaban a los tipos con los que se habían acostado y que hacía el ambiente más de establo que de hospital. Ya a las seis -si no me equivoco- me llevaron a meterme suero en los dos brazos y apareció una partera que me dijo que iba a tener un varón y que iba a tener mis ojos.
Durante todo la mañana y la mitad de la tarde estuve ahí tratando de que llegara mi hijo. Fue largo y yo tenía la ropita que había llevado para el bebé del que no se podía ni saber el sexo al lado en una especie de silla que había en la sala de partos. Una enfermera muy joven me
sostenía la mano en los momentos de mayor dolor. Finalmente me anunciaron que
iban a utilizar fórceps. Yo me negaba. Pero después… no sé más…
Cuando me empecé a despertar del sopor en que estaba vi que no había ningún bebé y vi la ropita sin usar todavía en la silla. No me podía mover por el suero en ambos brazos. Impotente me puse a llorar y a preguntar qué le había pasado al bebé.
- Nada - me dijeron.
- ¿Y por qué està la ropa ahí?
- Porque lo están revisando.
A los dos minutos la enfermera que me sostenía la mano traía envuelto en una especie de toalla grisácea y sucia a unbebé rubio con ojos abiertos muy claros y una frente igual a la de su padre. Yo no sabía que los bebés se podían parecer tanto a su padre.
Me llevaron a la sala y ahí iba la enfermera y mi madre a mi lado preguntándome
qué era. Un varón…!!!
Al final del pasillo había una guardia policial… Estaban custodiando a alguien que
habían traído de Devoto a parir allí. Después me lo contó Otalora que me vino a
ver esa noche…
El lunes 9 a las 16.35 nacía nuestro hijo en la Sardá. Yo había llevado el Poema del Mío Cid de mi amiga Mercedes para discutir su nombre en el Registro Civil. Llevaría primero sólo mi apellido.
Primero volveríamos a lo de la Tía Sara. Después al departamento que alquilábamos. El 18 de mayo su abuela lo llevaría a conocer a su padre en Villa Devoto. El 25 de mayo se quedaría con mi madre mientras yo iba a la Plaza y después a la marcha a Devoto.
Hoy recuerdo ese domingo 8 de abril y me anticipo al lunes 9. Era un lunes… Hace 39 años... Y fue la felicidad…
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