Oliverio
Girondo
La
rebeldía de un dandy poeta y pintor
[Buenos Aires, 1891, agosto 17 – Ibíd. 1967, enero 24]
“En el
sobre entreabierto de las sábanas blancas,
soy
una larga carta que no tiene destino.”
Nacido en una clase privilegiada en la Parroquia de San Nicolás, en pleno
centro, a fines del siglo cuando Buenos
Aires se estaba convirtiendo en ciudad cosmopolita, en una verdadera Babel
en la que se oían todas las lenguas y los personajes más inconcebibles inundaban
sus calles, fue el menor de cinco hermanos de una familia pudiente. De niño fue
llevado a Europa en ocasión de la Exposición Mundial de Paris. Luego será
alumno del Lycée Louis Le Grand y más tarde, en Gran Bretaña, cursará
en el Epsom College.
Vuelto a Buenos Aires, estudió Derecho y se recibió
de abogado.
A los veinte años
funda con sus amigos una revista literaria que tendrá corta vida y que se
llamará Comedia.
Viaja regularmente a Europa y en 1922 publica Veinte poemas para ser leídos en el tranvía
cuya primera edición es de Argentuil,
Francia.
Ya en ese momento Girondo es un poeta vanguardista. Sus
poemas sorprenden por la audacia del lenguaje, por el abordaje de temas
considerados poco poéticos, por la ruptura de la tradición, por el uso de la
metáfora y por inclinarse a menudo a la prosa poética.
“Sobre
las mesas, botellas decapitadas de champagne con corbatas blancas de payaso,
baldes de níquel que trasuntan enflaquecidos brazos y espaldas de cocottes.
El
bandoneón canta con esperezos de gusano baboso, contradice el pelo rojo de la
alfombra, imanta los pezones, los pubis y la punta de los zapatos.
Machos
que se quiebran en un corte ritual, la cabeza hundida entre los hombros, la
jeta hinchada de palabras soeces.
Hembras
con las ancas nerviosas, un poquitito de espuma en las axilas, y los ojos
demasiado aceitados.
De
pronto se oye un fracaso de cristales. Las mesas dan un corcovo y pegan cuatro
patadas en el aire. Un enorme espejo se derrumba con las columnas y la gente
que tenía dentro, mientras entre un oleaje de brazos y de espaldas estallan las
trompadas, como una rueda de cohetes de bengala.
Junto
con el vigilante, entra la aurora vestida de violeta.”
Este texto fue
escrito y fechado en Buenos Aires,
octubre, 1921 y se titula Milonga. Ese atrevimiento en el uso de la
metáfora y de los distintos tropos literarios junto con la procacidad de pubis
montados y jetas hinchas y al lado la sutileza casi lacónica de la frase final
le granjerarán la admiración de los sesentistas.
Si nos
contextualizamos encontraremos la razón de por qué Girondo era un provocador y no sólo como poeta, también como dibujante, su
otra vocación que desarrollaría sobre todo en los últimos años de su vida.
Girondo
es un conspicuo miembro del grupo de Florida y de fundamental importancia en el
renacimiento de Martín Fierro en
donde publica su Manifiesto en
1924.
En 1925 aparece Calcomanías, su segundo poemario.
Con su compañera Norah Lange, que le fuera presentada en
1926 por Ricardo Güiraldes y con quien se casará en 1943, sigue viviendo part-time en Europa y en Buenos
Aires en donde se re establece en 1931.
Un año más tarde
publica Espantapájaros que
publicita él mismo una manera escandalosa para la época de una carroza funeraria conducida por lacayos
con toda pompa y gravedad acarreando un espantapájaros gigante con un monóculo y una pipa coronado con un petulante sombrero
de copa. Todo esto en una ciudad pacata y dominada por el “qué dirán”. En una
avanzada de lo que será luego el mercado, pone en venta su obra en la calle Florida
y sus vendedoras son unas señoritas muy atractivas. Por supuesto, no se puede
comparar con las tiradas actuales de poesía porque en un mes vendió, con este
modo marketinero y novedoso, cinco mil ejemplares.
En 1937 publicará Interlunio, en 1942 Persuación de los días, publicado por Editorial Losada, y en
1946 aparecerá Campo nuestro. Ya por esos tiempos se empiezan a
acercar a Girondo algunos poetas
más jóvenes que lo admiraban, entre los que se encontraban Aldo Pellegrini,
Enrique Molina y Mario Trejo y sobre los que no dejará de ejercer cierta
influencia.
Después de 1950 se vuelca más de lleno
a la pintura y realiza muchos cuadros de tendencia surrealista que nunca expuso
públicamente. Por esos años se dedicaba, además, a la traducción. Junto con
Enrique Molina tradujo a Una temporada en
el infierno.
En 1956 publica en edición
del autor y con tirada limitada En la
masmédula [luego habría otra
tirada] en la que despliega toda su irreverencia y su talento creativo, en
donde inventa palabras, sigue con esas metáforas que combinan lo sublime con lo
sórdido como “las ideas que me duelen
como muelas cariadas”, en insomnios
metafísicos en los que termina de romper
expresamente con lo poco que le quedaba de estructurado.
Después de un accidente que sufriera en 1961,
viajó con Norah Lange a Europa por última vez en 1965. Dos años
más tarde moriría un tórrido día de enero.
Aquí:
Norah Lange & Oliverio Girondo.
®© Ana Sebastián: Bajando de la Torre -
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