HORACIO SALAS
La poética de la calidad intelectual
Para mucha gente la poética
de la generación del sesenta nace y muere en uno o dos nombres. Pero el que le
puso nombre es este señor Horacio Salas que nació en Buenos Aires el 13 de
agosto de 1938.
Egresó del Nacional Buenos
Aires en 1956 y empezó a relacionarse con la escritura desde muy joven.
Se suele caer en el lugar
común: “nadie es contemporáneo de su propia época”, que es además prácticamente un oxímoron porque nadie puede
vivir otra época que la que le toca en suerte. Y a veces le tocan “como a
todos los hombres, malos tiempos en que vivir”. Pero
siempre hay alguien que suele tener más conciencia histórica que sus
contemporáneos.
Ése es el caso de Horacio
Salas que supo vislumbrar desde temprano que su generación iba a dejar una
impronta en la literatura argentina, aunque muchos aun hoy ni siquieran lo
reconozcan en ella.
Su libro Generación poética del 60 [publicado por Ediciones Culturales
Argentinas en 1975] es un clásico ineludible en el que este leonino del
horóscopo occidental y tigre de tierra en el chino -un felino total-, tuvo el tino y el buen
gusto de no incluirse.
Anteriormente ya había dado
rienda a su veta de ensayista con La poesía de Buenos Aires [1968], y luego seguiría con toda una
obra profusa y seriamente documentada que a veces transgrede el género e
incursiona en el diálogo, en la antología o en la intertextualidad: Conversaciones con Raúl González Tuñón,
recientemente reeditadas, La España barroca [1978], El Tango
[1986], fuente de relevancia que cuenta con varias reediciones y traducciones, Borges,
una biografía [1994], El Centenario [1996], Clásicos de la poesía lunfarda [1999], Homero Manzi y su tiempo
[2001] y Lecturas de la memoria
[2005].
Docente en distintos ámbitos,
conferencista buscado por su alta calidad Salas fue, entre 1976 y 1983 fue
redactor en jefe de Cuadernos
Hispanomericanos, una de las mejores publicaciones académicas de su género.
Como periodista de larga
trayectoria colaboró en diversos medios gráficos, radiales y televisivos de
nuestro país y del extranjero.
Hombre comprometido con su
tiempo y sus convicciones, no eludió –todo lo contrario-, asumió los riesgos de
su época y esto le costó el exilio en Madrid a él y a su familia.
Y ya de vuelta en el país,
también asumió las responsabilidades de la función pública con el costo y las
consecuencias que esto acarrea a veces en los medios intelectuales que se
suelen sentir inmaculados e impolutos: fue Subsecretario de Cultura de la
Ciudad de Buenos Aires y recientemente fue Director de la Biblioteca Nacional.
Durante años fue Director del Fondo Nacional de las Artes.
Como académico distingue con
su presencia a varias instituciones como la Academia Argentina de Historia, la
Academia Porteña del Lunfardo y la Academia Nacional del Tango. Fue condecorado
con el Premio Konex de Periodismo y de Poesía. En en 1991 el gobierno francés
le otorgó la Orden de Chevalier des Arts
et des Lettres. En 2002 fue nombrado Ciudadano Ilustre de la ciudad de
Buenos Aires.
En cuanto a sus libros de
poesía se destacan El tiempo insuficiente [1962], La soledad en
pedazos [1964], Memoria del tiempo [1966], La corrupción
[1969]. Por esa época era colaborador de revistas literarias como El grillo de papel y El escarabajo de oro.
Otros títulos son Mate pastor [1971], Cuestiones personales [1985], El
otro [1990] y Dar de nuevo [2003].
En cuanto a
su poética, podría decir que Salas hace su trabajo con un cincel en donde
entrecruza los gestos heredados, las inquietudes, las culpas, los deseos y todo
en una actitud casi silenciosa pero constante en busca de una belleza y en
medio de acotaciones referenciales que podrían llamarse intertextualidad, si no
fuera que esta palabra alude a conceptos de iniciado.
Como buen representante de su
generación, Salas acude, en una especie de eso que Benitto Oliva llama la
transvanguardia a todos los escenarios, a todos los recorridos, a todo el
colorido, a toda la historia. Salas no cae en el lugar común y cuando aparece
un lugar común se nota que fue explícitamente ubicado donde está.
Recurre a todos sus
conocimientos de persona estudiosa y dedicada y, de esa manera, hecha mano a
todas las palabras que elige -al parecer
sencillamente- pero con puntillosidad de
artífice.
Así va desde su genética a
sus exilios.
Anclao en Madrid
Mientras tomaba
mate en el estudio de Velázquez
llegó Quevedo
sacudiéndose
los copos de la
última nevada
y confirmó lo que
pensábamos
los grabados
eróticos de Picasso -dijo-
me resultan
auténticamente afrodisíacos
Después
muerto de frío
levantó el
volumen de un disco del Polaco
y nosotros
quedamos en silencio
(Garúa... tristeza...
hasta el cielo se ha puesto a llorar)
La nostalgia, las preguntas sobre la vida, sobre la
caducidad, sobre el amor visto como ideal y visto tal y como se puede presentar
lo van llevando a una especie de metafísica que, al contrario de lo que sucede
con otros de sus congéneres, no tiene estridencias, pero no tiene bajezas. Pero
tampoco tiene hipocresías consigo mismo, no se miente:
“Angustiarse por
Gregorio Samsa a los catorce años
desarrollar
ciertas oposiciones a las ideas de Leibniz
o que los rostros
de Nietzsche Rilke Manzi o Baudelaire
resulten
familiares [...]
o clavar
banderitas en los barcos de diario
no alcanza -es evidente-
para adecuarse a
la verdad concreta.
Una lügger un
colt calibre 38
220 voltios seis
balazos
o un golpe con un
caño de acero en los riñornes
poseen un poder
más persuasivo
son de una
contundencia indiscutible.
Kultuur
Según Hipólito Paz, para Marechal la definición de
calidad intelectual es ponerse en el lugar del otro como otro.
Parecería ser que Salas se
pone en sus poemas en lugar del otro que es uno mismo y no se miente. De ahí su
calidad intelectual.
Entre lo cotidiano y lo erudito, la búsqueda de la identidad, la
búsqueda de uno mismo, todavía se puede hacer, por medio de las palabras. Y
todavía las palabras pueden tener valor, a pesar de los prestigios y
desprestigios en que caen, como si fuera la bolsa. La búsqueda poética es el
método para sacarlas del tedio y meterlas en el deslumbre.
En su poesía Salas va en
búsqueda de su verdad sin tapujos, sin vueltas.
Genética
GENÉTICA
No me dio muchas cosas: una
escasa estatura
el humor permanente
los buenos modales en la mesa
el trato a las mujeres
No me ha dejado ni una casa
ni un campo
coleccionaba deudas y
acreedores
compañeros de póker y
leyendas
pero está en mí
se aparece de pronto en el
espejo
en un inesperado movimiento /
en una mueca
en las cejas pobladas
se me presenta a veces
corrigiendo mi letra
o en los últimos sueños de la
noche
lo veo en el medio de la
calle
de sobretodo oscuro /
despidiéndome
o ya destruido tembloroso
irritable
amarillento
triste porque su hijo se ha
marchado al exilio
ignorando en el fondo
si estaba en el Pacífico o en
Suecia
Confuso y confundido
como lo estuvo siempre
suponía que el tiempo puede
volver atrás
que se repite
No amaba los poemas
y prefería una buena
sentencia a una novela
se dormía en cualquier parte
y era capaz de gastar en un
rato
el sueldo de dos meses
Nunca nos comprendimos
salvo una noche
en que me vio llorar de amor
(y me lo dijo)
aunque al día siguiente otra
vez nos callamos
Él no aprendió a llorar,
no pudo hacerlo ni ante mi
madre muerta
a la que amaba hoy lo
comprendo cuánto
de qué manera trabajosa /
tramposa
pero intensiva / intensa
humorista y dramática
Su soledad se agudizó con mi
partida
pero no me lo dijo
(o me lo dijo y no pude
entenderle)
Cada tanto llegaban unas
cartas
confusas al principio
incoherentes más luego
Cuando después de algunos años
volví a verlo
no era el mismo
su cuerpo me pareció
resquebrajado
y en su mirada había una
nebulosa
- pensé que cada uno elige su
destino-
los dos habíamos edificado
nuestras paredes altas sin
ventanas
hablamos de la nada
nos mentimos.
Ahora junto a mi madre me
visita en los sueños
Rara vez nos hablamos.
®© Ana Sebastián, 2003.