viernes, mayo 15, 2015


FELICES 90 AÑOS, HORACIO GUARANY!!!

         Siempre me cayó bien. Desde el principio, seguí su derrotero artístico y sus canciones...
         Era y es un personaje…

         Después de su éxito en Cosquín a veces no era muy bien tratado especialmente por quienes se consideraban de cierta elite estética del folklore de moda en esos años porque, según decían, “cantaba mal”.
         El denuesto es tan típico de nuestra viveza criolla, que me hace pensar en Miguel de Unamuno que decía que el mal de España era el de Caín: la envidia. 


Leonardo Favio & Horacio Guarany
    
H. G. con Dean Read  1965
  
Siempre me gustó su fuerza, su ímpetu, su poesía.

     Creo tener casi todos los simples, los 45, todos los long-play de entonces.
    
Cuando vivíamos en el exilio holandés, gracias a que compartíamos todo lo que llegaba a nuestras manos y a nuestros oídos con nuestro querido amigo chileno Carlos Ossa, hicimos algo que llamaría una cassetteca y ahí en cassettes está casi todo lo viejo de él. Después vinieron los compactos que ahí están...
        Tengo en simple Canción del adiós… -regalo del amor- con el recitado del poema de Belisario Roldán:
                         “…toma tu sombrero, toma tu manchón,

                           arrópate bien, aquí está el abrigo…”  


        Y no sólo el disco fue regalo, también un manchón de piel con cierre de carey que solía usar con mis tapados mini en los años sesenta – setenta cubriendo mis manos y que todavía conservo…

        
 
 
         En 1972 me mandé sola, embarazada, a verlo al Luna Park. Yo estaba exultante cantando -mejor dicho, desafinando - Volver en vino, Memorias de una vieja canción, La guerrillera... con la multitud.
        A fines de 1973 o principios de 1974 lo fuimos a ver [si no equivoco] al Cine – Teatro Cumbre en García del Río en una extraña actuación un domingo a las once de la mañana. Recitó a Omar Khayam: "Bebe vino, largo tiempo dormirás sobre la tierra sin mujer y sin amigos... Bebe vino..." Como si fuera una misa. Y como en misa, Horacio Guarany bebió la sangre de Cristo.
         Cuando vivíamos en Coghlan, era casi nuestro vecino. Horacio Guarany tenía allí su casa a la que llamó el Templo del vino, en Manuel Ugarte y Naón adonde invitaba a personalidades del folklore, del mundo artístico y del deporte a disfrutar de una buena comida, de la música, del vino, de la conversación. Porque H. G. es un hedonista, un epicúreo criollo y, como dice en Poema del lunes, “hacer amigos es [su] oficio”…   Esto no siempre gusta y menos para estructuras mentales cerradas…

         Además hay tiempos y gente a la que no le gusta que otros puedan crear, disfrutar, compartir, hacer amigos…

         Ya desde esa época empezó a ser víctima de la censura y la persecución. Uno de los que estaba en la lista negra de la Triple A.

         «Reventaron mi casa con una bomba en marzo de 1974, no sé si por mi condición de cantor exitoso o porque unos días antes El Brujo infame (López Rega) me pidió que fuera a actuar al Obelisco para no sé que acto y yo me negué. El sacudón que producen la explosión y el estallido en altas horas de la noche, con el destrozo de puertas, ventanas y vidrios, queda grabado para siempre en los sentidos. Yo salí gritando e insultando a quien fuera en medio de la oscuridad y el miedo.»

Después de varias amenazas de muerte, se va a fines de 1974 y termina recalando en su exilio en España.

   Volvió a Argentina en diciembre de 1978 y el 20 de enero le pusieron una bomba en la casa de Coghlan.
         Es archiconocida la anécdota de que, estando en España, había discutido con un amigo gallego de que en Buenos Aires de las canillas –grifos allá- sale vino. Y el español no le creía. Estando ya radicado de vuelta aquí, lo vino a visitar el amigo de España. Por supuesto iba a estar con él en su casa. Cuando se iban a disponer a comer, lo llamó al amigo para que lo ayudara a servir y le pidió que abriera la canilla. ¿Cuál no sería la sorpresa del gallego cuando vio que, efectivamente, salía vino de la canilla? El dueño de casa había articulado toda una ingeniería: había vaciado el tanque de agua… ¡y lo había llenado con vino!
         Guarany parece haber internalizado la frase atribuída a San Agustín: “el logro no está en llegar, sino en seguir…” Y siguió.
         La verdad que siempre me pareció una personalidad múltiple, abierta e interesante, además de que disfruté y disfruto de su música, de su méttier de bon vivant, de sus picardías.
         Nunca lo conocí personalmente. Pero en 2009, en ocasión de la segunda presentación que hicimos para lograr que el TANGO fuera incluído en la nómina de la UNESCO como patrimonio intangible de la humanidad, lo llamé. Había un folklorista, legislador de la Ciudad, que había manifestado su repudio a públicamente a esta presentación. Necesitábamos un montón de avales y yo quería también los de los folkloristas, no sólo los de los tangueros.
         Lo llamé a Plumas Verdes, su actual residencia en Luján. Me atendió él. Me presenté, le pregunté si lo estaba importunando. Me respondió que no. Le dije quién me había dado su número de teléfono. Y, a renglón seguido, le dije que teníamos dos “amigos” en común: que uno se había muerto muy joven y que el otro vivía. Y se los nombré. Empezamos hablando de ellos...
          Después le dije cuál era la razón de mi llamada. Inmediatamente me dijo que sí, que estaba de acuerdo, que el tango tenía que ser reconocido, etc. Y de una cosa a la otra, hablamos  casi veinte minutos y terminó invitándome a visitarlo en su casa… Antes de cortar, el zorro pierde el pelo… me dijo: “Pero avisame cuando venís porque así no está mi señora…”  Yo lo traté en todo momento de Ud.
         Hoy te tuteo, Horacio!!!
         Gracias por lo que nos diste y nos seguís dando!!!

 
®©Ana Sebastián, Memorias impertinentes.


No hay comentarios.: