En este día del escritor en homenaje a Leopoldo Lugones, vaya para mis colegas escritores y para los que gozan de lo que los demás escriben, estas reflexiones de Marguerite Duras sobre justamente escribir...
El bloc negro
Cuando se escribe hay como un instinto que se juega.
El escrito está ya allí en la noche. Escribir quedaría al
exterior de uno mismo en una confusión de los tiempos: entre escribir y haber
escrito, entre haber escrito y todavía deber escribir, entre saber e ignorar
eso que está ahí, partir del sentido pleno, estar ahí sumergido y llegar hasta
el sinsentido. La imagen del bloc negro en el medio del mundo no es azarosa.
No es el pasaje del ser en potencia al ser en acto del que
hablaba Aristóteles. No es una traducción. No se trata de un pasaje de un
estado a otro estado. Se trata del desciframiento de lo que está ya allí y lo
que ya fue hecho por uno en la ensoñación de nuestra vida, en sus cavilaciones
orgánicas, a nuestras espaldas. No es “transferido”, no se trata para nada de
eso. El instinto del que hablo, sería el de leer ya antes de la escritura eso
que es todavía ileíble para los demás. Puedo decirlo de otra manera, puedo
decir: será leer la propia escritura, ese primer estado de nuestro escrito
todavía indescifrable para los otros. Eso sería regresar, condescender hacia la
escritura de los otros con el fin de que la escritura sea leíble para ellos. Se
puede decir también de otra manera, emplear otras palabras, sería de nuevo lo
mismo. Uno tiene delante de sí una masa medio vivo y medio muerta que depende
de nosotros. Yo tuve a menudo ese sentimiento de confrontación entre lo que
estaba ya ahí y eso que debería estar en lugar de lo que estaba. Y yo, en el
medio. Arranco, transporto esa masa ue estaba ahí otro lugar. Lo rompo, es casi
una cuestión muscular. Direccional. Es necesario ir más ligero que esta parte
de uno mismo que no escribe, que está siempre en la altitud del pensamiento,
siempre en la amenaza de esfumarse,
de disolverse en los limbos del relato por
venir, que no descenderá jamás al nivel de la escritura, que rechaza los grandes
esfuerzos. El sentimiento de que a veces esta parte que no escribe se adormece
y por eso mismo se libera y se descarga enteramente en el escrito vulgar que
será el libro. Pero entre los dos estados, hay muchos estados intermedios más o
menos felices. Algunas veces se trata, sin duda, de felicidad.
[…]
Escribir no es contar historias. Es lo contrario a contar
historias. Es contar todo a la vez. Es contar una historia y la ausencia de una historia. Es contar una
historia que pasa por su ausencia.
Marguerite Duras
La Vie matérielle
Charlas con Jerôme Beaujour, 1987.
®© Versión: A. S.
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