lunes, marzo 04, 2013

MUERTE DE NUESTRA PERRITA YODA 



Mangueando comida Yoda - Sinah & Gandhi


Yoda mamá
Toda la familia: Gandhi  papá - Buda & hermanita en brazos -
Yoda  mamá
Anteúltimas fotos de Yoda









      Miguel de Unamuno escribió una elegía a la muerte de su perro en donde dice: 

"Descansa en paz, mi pobre compañero, 

descansa en paz, 

más triste la suerte de tu dios que no la tuya. 

Los dioses lloran, 

los dioses lloran 

cuando muere el perro que les lamió las manos, 

que les miró a los ojos 

y al mirarlos así les preguntaba: ¿adónde vamos?"



           Desde chica me enseñaron a amar a los animales especialmente la familia de mi padre y tuvimos muchos animales: perros, conejo, hamster (los únicos que quería mi madre), gatos...

          Como los humanos, ninguno es igual a otro. 

           No se puede reemplazar a ningún animal con otro animal. 

           Lo sé desde los Jolie  -nombre que les ponía mi tío Ángel-   de mi casa familiar, del hotel de Juárez, de Rabita, de Mao que murió cuando estábamos en Holanda, de Chiqué, la dálmata bebé que fuimos a buscar a la frontera con Alemania, que nos acompañó en nuestra vuelta y a la que tuvimos que hacerle practicar eutanasia  [> gr. εὖ eu = ‘bueno’ ´+ θάνατος zánatos = ‘muerte’] en el Pasteur... 

         Yo no quería ni quiero más animales. No quiero sufrir sus dolores y sus muertes. Y todos los días me quejo cuando ladran o cuando me dan trabajo. 

          El jueves 28 encontré a Yoda, la primera perrita de vuelta en Buenos Aires, muerta en la terraza. El sol la mantenía con calor... Y los otros perros estaban raros... Le saqué las últimas fotos que sólo guardo para mí. La envolvimos y llevamos a enterrar con otros animalitos que nos acompañaron. 

          Sabía que Yoda se iba a morir este año porque estaba enferma, asmática y viejita, pero pensaba que iba a sobrevivir hasta el invierno.

           Murió el día del cumple de mi abuela materna. 

           Cada vez que los otros ladran se me aparece Yoda, la dulce.

            No hay velas que me iluminen ni bálsamos para estos dolores de una compañerita como ella. 

            Y, como diría Unamuno: "hay veces que callar es mentir", y no sólo los dioses lloran, don Miguel, los humanos también lloramos...

            Descansá en paz, Yoda... te queremos.












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