Los esperamos
este
MARTES 25 DE SEPTIEMBRE18.30 hs.CENTRO CULTURAL BOEDO
CASTRO 954 - CAPITAL FEDERAL
PROGRAMA CULTURAL EN BARRIOS
DGPCUL - MINISTERIO DE CULTURA - GCBA
PRESENTACIÓN &
CHARLA con
MARÍA GRANATA
Nació en Buenos Aires en 1923.
En 1942 publicó Umbral
de tierra, en 1946, Muerte del
adolescente y en 1952 Corazón cavado
y en 1966, Color humano, todos libros
de poesía, con gran sentido telúrico.
También es autora de novelas con elementos de la literatura
latinoamericana de sus contemporáneos:
Los viernes de la eternidad (1971, llevada al cine), Los tumultos (1974) y El
jubiloso exterminio (1979).
También se dedicó a la
literatura para chicos: El gallo
embrujado (1954), El ángel que perdió
un ala (1974), El bichito de luz sin
luz (1976) , La ciudad que levantó
vuelo y El perro sin terminar.
En 2003 publicó Cerrada incandenscencia.
El soldado muerto
Desde tu mano sube
el fusil como un lirio
congelado.
¡Qué diferente de las otras
muertes
tu muerte de soldado!
Por tus ojos abiertos
pasa el aire, y el cielo se
detiene...
¿Quién cerrará tus ojos
¡ay! antes que esta hierba
te encadene?
Nadie busca tu voz.
Solamente ese viento sin
colores
que te seca la sangre,
sobre tu piel violácea
arroja flores.
El nombre
Puedo excavar mi olvido
en donde la memoria se
alucina
exprimir sus honduras,
esa napa de llanto,
hasta mojarme el alma.
Y puedo recoger esa luz que
tuve
cuando el sol existía.
Debajo del olvido
acaso encuentre una memoria
quieta
un despojo de todo lo
sabido,
la lámina de vida
en que cabe mi cuerpo,
como en ajeno, oscuro
territorio.
Puedo excavar mi olvido,
abrirle galerías,
recorrer el pasado
como calle confusa.
Sé que estoy en el centro y
en el límite
mirando deshacerse los
vocablos.
Allí donde su sombra da su
sombra
en azaroso polvo,
tu nombre viene a mí,
consume el agua que
contiene el día,
se agita como un pájaro
sobrecogido por
resurrecciones.
Ahora tu nombre es todas
las palabras.
® © María Granata
&
con
ANTONIO REQUENI
Nació en Buenos Aires en
1930.
Periodista y escritor, se
desempeñó en La Prensa desde 1958
hasta 1994 cuando se jubiló como Secretario de Redacción.
Colaboró en diarios del interior y del
exterior.
Fue corresponsal de Radioprogramas Hemisferio de La Voz de
las Américas, Estados Unidos y dirigió la revista Italpress.
Actualmente es crítico
bibliográfico de La Nación.
Obtuvo una mención especial
en ADEPA y los Premios Konex en las categorías Literatura Testimonial y
Periodismo Cultural, respectivamente.
Fue colaborador de Billiken.
Publicó una decena de
libros de poemas, un libro de cuentos para niños, un volumen de crónicas de
viaje y el Cronicón de las peñas de
Buenos Aires, que mereció el Primer Premio Municipal de Ensayo.
También obtuvo el Primer
Premio Municipal de Poesía por Línea de
sombra.
Es miembro de número de la Academia Argentina
de Letras y de la Academia Nacional de Periodismo en donde coordina las
publicaciones.
Fue condecorado por la República Italiana con
la Orden de Cavalliere Ufficiale.
Yo fui
poeta
|
I was a poet, I was young
James
Elroy Flecker
Yo
fui poeta, yo fui joven.
En
mi pecho, hoy vacío, resonaron
los
latidos del cosmos, la alegría
de
vivir o morir por las palabras.
Recuerdo
que una noche, de rodillas,
vi
brotar de la tierra un manantial
y
oí, extasiado, su secreta música.
El
agua es forma de eternidad
y
levantarla es detener el tiempo.
Otra
vez ante mí se abrió la ofrenda
de
un cuerpo tembloroso. Susurraba
dulcemente
mi nombre. Era verano.
Y
amé con el amor de los amantes.
Aromas
de azahar. Lentos ocasos.
Certeza
de vivir en el prodigio.
Las
palabras crecían, asombradas,
en
un jardín borrado por las lluvias.
En
mi pecho, hoy vacío, se alojaron
vida,
milagro amor, eternidad.
Yo
era poeta, yo era joven.
Islas Eolias
Vengo del mar color de vino.
En Taormina vi el mágico espectáculo
del sol entre las rocas y a Afrodita
jugando con la espuma iridiscente.
Los dioses me ayudaron a escapar
ileso de las fauces
de Caribdis y Scila.
Ahora voy por la maraña
de las calles de Lípari
-Giove, Giunone, vícolo di Venere-
Eolo es ese marinero
que me mira, impasible, tras el humo
de su pipa que borra el horizonte.
Los viejos pescadores no conocen
mi historia de viajero apasionado
por la belleza y la nostalgia, ignoran
mis azarosas aventuras
de hoteles y taxímetros
en el país de los feacios.
El tiempo y la memoria me persiguen
y siento una lejana voz recóndita,
una luz que me atrae hacia su origen.
Pero debo volver a mi ciudad.
Mi nombre aquí siempre sería Nadie.
Mi esposa está esperándome y en tanto
corrige, infatigable, las carpetas
de sus alumnos. Allá están mis hijos
con sus cassettes y su computadora.
Debo volver a lo que es mío
antes que el don del sueño se aproxime
con afelpado paso o me seduzcan
con su engañoso canto las Sirenas.
Mi nave me conduce por el mapa
de un intrincado laberinto
donde al final recobraré mi rostro.
Buenos Aires no es Itaca.
Pero yo soy Ulises.
®© Antonio Requeni
|
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