lunes, noviembre 11, 2019


11 de noviembre…
                            Fecha indeleble!
                                               Vendavales de la vida…

            Esto es una composición y actualización de los posts de los 11 de noviembe de  2008 – 2014 - 2015

            Hoy es 11 de noviembre y es el día del empecinado Santo Patrono de Buenos Aires, San Martín de Tours.



                                                                                  Martín y el mendigo
                                                                                                El Greco


            Ese militar que había nacido en Hungría, en la actual Szombathely en el año 316, y al que sus padres, paganos, lo hicieron incorporarse a las Legiones Romanas en las que ya estaba su padre era ya oficial superior. 
            Según cuenta su hagiografía que una noche de frío se le acercó un mendigo semidesnudo y San Martín se sacó la capa, la rasgó y cubrió al mendigo. Esa noche mientras dormía se apareció Jesús en sus sueños con la mitad de la capa y le dijo: “Martín, hoy me cubriste con tu capa”.
            Martín decidió abandonar la milicia, bautizarse y no sólo convertirse al cristianismo, sino predicar su fe y a la vida monástica.
            La capa -capella en latín- se puso en una urna en un pequeño recinto al que acudía la gente a rezar. De ahí surgió capelle en francés y capilla que indica los recintos pequeños en una iglesia o habitación en donde hay un altar y de ahí, por extensión, iglesia de pequeñas dimensiones.

             El futuro santo fundó un Monasterio en Ligugé y el Convento de Marmoutier en las inmediaciones de Tours, en Francia.
                Fue sacerdote y  Obispo de Tours.
         San Martín de Tours, conocido también como «El misericordioso», murió en 397 en Candes, hoy Candes – Saint Martin.


                                                                  Puerto de Candes - Saint Martin.
                                                                           Es Patrono de Francia.

  
            En nuestra historia, una vez fundada la Ciudad de la Santísima Trinidad  en el llamado Puerto de Santa María de los Buenos Ayres, esos españoles a las órdenes de Juan de Garay, que ya se creían los dueños de todo, intentaron vanamente trampear tres veces la suerte para que el Santo Patrono fuera castizo y no ese húngaro de Czhombaply que llegó a ser obispo en Francia, que se empeñó en salir tres veces consecutivas como para decir: "Aquí estoy y aquí me quedo, el Patrono de estos lares seré yo y nadie me va a dar vuelta la taba".



                Me gusta la testarudez de ese Obispo de Tours.

            Si esos españoles no hubieran hecho trampa hasta con el santo, tal vez esta ciudad no estaría predestinada a un fatalismo de truchería bajo este cielo nocturno fullero con la otra cruz, la del sur...


            Hoy es 11 de noviembre, una fecha que marcó mi vida indirectamente porque marcó la vida de mi padre a sus seis años y la de mi familia.
            



            Es el aniversario de la muerte de mi abuelo desconocido Ramón Sebastián que se pegó un tiro en 1931 en la imprenta en que escribía y sacaba el periódico Claridad y en la que hacía funcionar el Partido Socialista del que fuera fundador en Benito Juárez.

            Cuenta mi padre -que apenas tenía seis años- que él estaba jugando en la quinta de su abuela María Tartaglia, cuando el tío Chelo vino con la noticia y se la contó a sus hermanas: "Ramón se mató".

            Mi viejo no sabe si lo oyó o lo intuyó, pero agarró un ladrillo y se lo arrojó a un pollito. Según él su vida empezó ahí, esa tarde. Él tratando de reventar un pollito ante la impotencia de su padre muerto.

            Había habido un vendaval en Júarez y había habido elecciones nacionales fraudulentas, especialmente en la provincia de Buenos Aires.

            Mi abuelo era el fundador del Partido Socialista junto con su hermano Ángel y los de mi abuela.
            Un día estando él dando un discurso en las tarimas en las que se acostumbraba en esa época dar discursos públicos, de pronto se apareció el cura párroco de Juárez Ptro. Santiago Trelles que había sido trasladado por la Curia de su Galicia natal a nuestro país no justamente por sus buenos hábitos.
            Trelles, desde el caballo, intentó bajar a mi abuelo de la tribuna en forma violenta. Y ahí se armó el tiroteo.
            Trelles era un cura que iba con la cruz y la pistola sobre la sotana y respondía en esa época al caudillo conservador Dr. Pedro Díaz Pumará.
            Cuenta la historia   -y no sólo la familiar-  que el cura que era muy venal y desvergonzado e inmediatamente se puso a gritar: «¡Vade retro, Satanás, sangre de Cristo…!   Y de ahí empezó el desbando.
            Mi abuelo y mi tío Héctor Robiglio tuvieron una causa en Azul…
            De ahí que mi tío se viniera después a Buenos Aires en donde se hizo hombre de la noche, bandoneonista, tanguero, bon vivant, entre otras cosas. Pero eso es parte de otra historia…
            Mi abuelo era el cuarto de los tantos hijos de Antonio Sebastián y de Doña María. Ella, cuando era chico, lo había enviado a laburar al campo de peón y ahí empezó su problema de salud.
            Mi abuelo había aprendido a leer y a escribir de grande, casi a los dieciocho años y tenía una letra casi de un analfabeto, pero era muy muy culto y estaba muy actualizado.
            Montaba un caballo blanco y tenía un gran carisma.
         Cuando se casó con mi abuela Ana vivían en la imprenta en donde sacaban Claridad, el periódico socialista, que había sido saqueado antes de que mi viejo naciera por las patotas de Pumará, y sólo se salvó una vieja máquina Remington por la que mi tío Ángel peleó diciendo que no era de la imprenta.


       Mi abuelo tenía un perro al que llamaba Trotsky. Me imagino la figura de mi abuelo desconocido a fines de los años veinte con un perro con ese nombre en un pueblo conservador.

            Como todo periodista de la época mi abuelo también tipógrafo.
    Con sus antecedentes en el campo y con el plomo de los tipos, se había ganado la tuberculosis, ese tabú.
        Había ido a Cosquín y -según su última hermana, la Tía Concepción- había vuelto curado.



Mi abuelo en el medio en Cosquín con sus amigos
en tísica desgracia, con soda y espumante....
 al menos, una compensación y sobre todo, con amigos...

         A poco de volver a la Argentina fuimos al ahora conocido como Benito Juárez y, por supuesto, fuimos a la Imprenta en donde yo sabía, por mi tío Ángel y mi abuela, que era el local del Partido Socialista y que su foto enmarcada se veía desde la entrada porque había sido el fundador. No estaba. En el lugar atendía un gordo al que le preguntamos por la foto de Ramón Sebastián y se hizo el reverendo imbécil. Eso sí: tenían una de El Che.
         
             En 2005 volvimos a Juárez para llevar las cenizas de mi abuela a la tumba familiar.
       

         

            Ahora ya no hay imprenta ni local  partidario.  Hay un pequeño super.  Nos quisieron meter presos cuando sacamos fotos de ese lugar hasta que le aclaramos a la policía que allí se mató mi abuelo y le conté una historia de Juárez que ni ellos conocían y después no hubo problema.

            Raro... un hombre de letras... no dejó aparentemente carta de despedida, salvo que mi abuela la haya escondido tanto que nadie la encontró.

            Se pegó un tiro por la tarde  -a las cuatro, aparentemente-  en la imprenta de San Martín y Chacabuco en Juárez.
             
              La Partida de Defunción no dice: «suicidio», sino «arma de fuego», lo que a mí siempre me dio a pensar, sobre todo después de hablar con la Tía Concepción, que tal vez lo mataron.
           

              


             El 3 de noviembre había cumplido treinta años.
           
            Dejó una mujer desconsolada que le rezaría cada noche hasta sus 103 años y besaría su foto, un hijo: mi padre y una hija menor, Ana María  -llamada La negrita- que moriría a los nueve años, poco después de la muerte de mi abuelo de una enfermedad en esa época incurable.

                El día 3 de noviembre había cumplido 30 años.
           
              Dejó un vacío irreparable que persiste el tiempo….

                Fue el fantasma que dejó un vacío y una fuerza de voluntad en mi padre…
           
              Fue el fantasma familiar de mis ilusiones buscadas, encontradas, perdidas, el espíritu que me acompaña desde la niñez... de esos espíritus que te marcan el camino...

             Dejó también, eso sí, una Biblia… como Mariano.

             Y hoy le enciendo una vela a su alma que es de las almas que quiero tener un día a mi lado junto con la de todos mis seres queridos y con Mariano.

              Vendavales de la vida...


Anexo
            Ahora, gracias a una investigación titulada ¿Andamiajes partidarios o personalismos? La configuración del poder en la primera mitad del siglo XX en el interior bonaerense de autoría de Silvana Gómez y Valeria Palavecino de la Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires en Revista de Estudios Regionales del ISHIR – Investigaciones Sociohistóricas Regionales – CONICET - Año 2 Nº 3 -2012 que está en la red, sé que mi abuelo fue el único en denunciar al Alcalde Pedro Díaz Pumará ante la Suprema Corte de la Provincia de Buenos Aires en noviembre de 1925. Mi padre tenía tres meses…
         He aquí el texto copiado de esa investigación.

Ramón Sebastián
            “Pte. Suprema Corte –La Plata.
            Denuncio a V. E., Alcalde Cuartel 1° Pedro D. Pumará a cargo de Juzgado de Paz local, que interviene en política invitando a ciudadanos por escrito bajo sufirma votar por D. Comunal. Imposible así otorgue justicia desde cargo desempeña. Saludo a Vd. RAMON SEBASTIAN- Secretario General C. Socialista.”
                 Telegrama a las autoridades de la Suprema Corte de Justicia emitido por el Centro Socialista de Benito Juárez en noviembre de 1925.
         Transcripto por Claridad, Benito Juárez, 10 de diciembre de 1925.

   “En resumidas cuentas, el inspector Amallo, no citó a declarar a ningún testigo –sólo al socialista Sebastián-. Tras su paso por Benito Juárez, nada había sido revelado, sino que se legitimó la posición pumarista en el poder. Podemos pensar que se trató de una actuación calculada y que los vínculos del líder a nivel provincial le permitieron este tipo de accionar.”
                                                                                                          Cita textual.
            Gracias a las investigadoras que me ratifican en saber de dónde me viene un poquito de coraje.

®© Ana Sebastián, Memorias impertinentes.