HUGO DEL CARRIL
[30 nov 1912 - 13 agosto 1989]
Hay temas y hay personajes que
son muy difíciles de abordar sobre todo porque se corre el riesgo de caer en
redundancias o lugares comunes por lo conocidos, populares o queridos.
A esta altura no creo poder agregar algo nuevo sobre Hugo
del Carril que naciera como Piero Bruno
Hugo Fontana en San Pedrito 256. [En una oportunidad, cuando trabajaba en la
Legislatura, intenté sugerir -sin lograrlo- hacer un homenaje y poner una placa
en ese sitio].
Sí creo sí que raras veces se produce una amalgama entre el
artista y el ser humano, a quien todos describen como hombre cabal, leal a sus
amigos y a sus convicciones e íntegro.
Desde joven se destacó por su
voz y por su pinta y, si bien comenzó con el género criollo, el tango fue la
música que le permitiría desarrollar más plenamente su talento.
En 1934 ya estaba desempeñándose
como solista acompañándose con la guitarra. Y en 1936 empezó a grabar. Fue
además compositor de los tangos Como la
mariposa y Viejo camarada.
A partir de 1937 cuando incursionó
en el cine -bajo la dirección de Manuel
Romero en Los muchachos de antes no
usaban gomina, en donde interpretaba
Tiempos viejos, su figura empezó a
proyectarse en diversas dimensiones.
Actuó en La vida
es un tango, Gente bien, El astro del tango, Confesión, La vuelta de Rocha,
Tres anclados en París, Madreselva, La
vida de Carlos Gardel.
En 1941, en La canción de los barrios, En la luz de una estrella y Cuando canta el corazón.
En 1945 Mario Soffici y Eduardo Boneo lo dirigieron en La cabalgata del circo en la que
participaban también Libertad Lamarque y María Eva Duarte .
En 1946 protagonizó en México Canción desesperada y La noche y tú en la que interpreta Compadrón, Che, papusa, oí y Pobre mi madre querida.
Hugo del Carril pasó de galán con especialidad de cantor
a director. En
1949 dirigió y produjo, con guión propio, Historia
del 900, en la que fue también protagonista junto a Sabina Olmos.
También en 1949 grabó la Marcha peronista.
Después
confesó: «La grabé por convicción y por pedido
expreso del general Perón, aun sabiendo que sería más recordado por la marcha
que por los tangos que he grabado.»
En febrero
de 1950 se estrenó El último payador en el que protagoniza a José Betinotti con el guión de Homero Manzi y bajo
la dirección de Ralph Papier.
En 1951 dirigió y protagonizó El negro que tenía alma blanca, basada
en la novela del catalán Eduardo Borrás, en coproducción con España.
En 1952, impresionado por la
lectura de El río oscuro de Alfredo
Varela, que contaba descarnadamente la vida de los mensú en los yerbatales,
decidió hacer una película basada en este libro. Alguien le advirtió que Varela
estaba preso porque era comunista y que a Perón no le iba a gustar mucho la
idea. Entonces, Hugo del Carril fue, encaró a Perón y le dijo: "Yo quiero filmar este libro
que es la vida miserable que llevaban los mensú hasta que saliera el Estatuto
del Peón Rural, pero me dijeron que Ud. se va a oponer porque el autor es
comunista." Y le dio el libro.
Perón lo mandó a llamar al día siguiente. Había
quedado impresionado por el libro y no sólo obtuvo luz verde para filmar.
Quería conocer al autor. Cuando Hugo del Carril le dijo que estaba preso, Perón
ordenó su libertad y pidió conocerlo.
El diálogo entre Perón y Varela
parece haber sido:
–
¿Por qué está preso? –preguntó Perón.
–
Por orinar frente a la embajada norteamericana –contestó Varela y Perón se
empezó a reír.
-
Mire, al final somos todos un poco comunistas, si al final lo que
buscamos es la justicia social.
Así fue que filmó Las aguas bajan turbias, estrenada el 26
de mayo de 1953, que también protagonizó y así fue que Hugo del Carril le dio
un sello particular a nuestro cine, el sello social.
En 1955 estrena La Quintrala, la vida la chilena criolla
del siglo XVII así apodada, Catalina de
los Ríos y Lísperguer, que fuera conocida por su abuso de poder y por lo que
ahora llamaríamos su perversión, teniendo como protagonista a su amada Ana
María Lynch.
Después del golpe de septiembre
de 1955, la Comisión Investigadora del Cine dio lo investigó y terminó preso
durante cuarenta y un días. Sus películas, sus interpretaciones fueron
prohibidas y tampoco podía actuar.
Estaba filmando Más allá del olvido cuando un comando
militar allanó su casa y terminó de nuevo detenido en la cárcel de Las Heras en
donde fusilaron al Gral. Juan José Valle, actual Parque Las Heras.
En 1958 dirigió Una
cita con la vida con el guión de Eduardo Borrás basado en Calles de tango, de Bernardo Verbitsky.
En televisión participó de La calesita, La sentencia, Buenas noches,
Buenos Aires, Tango Club, ciclos
inspirados en la cultura porteña con la participación de artistas populares.
En 1973 protagonizó Siempre fuimos compañeros. Por ese entonces y superada su
prohibición política se estrenó La
mala vida. En 1975 dirigió Yo maté a Facundo, su
último film.
En 1986
fue nombrado Ciudadano Ilustre de la Ciudad de Buenos Aires.
Ana María Lynch Foto: Anne Marie Heinrich |
Esto en cuanto a su vida
pública, respecto a la privada, durante
la filmación de Madreselva conoció a
Ana María Martínez, cuyo nombre artístico fue Ana María Lynch, con la que vivió
una tormentosa relación hasta fines de 1955 en que, ante la imposibilidad
de trabajar en su país debido a su vinculación con peronismo, se fue a
Hollywood en donde reinició su vida como Ana St. Clair y en donde murió en 1976.
Dice Claudio España: «Ella hizo sufrir mucho a Hugo del Carril, que la amó
como pocos hombres han amado a una mujer en su vida. La Lynch lo engañó
permanentemente: fue amante, por ejemplo, de aquel ministro de Perón, Antonio
Benítez, que le produjo La bestia humana
y La tierra del fuego se apaga, y
viajó con ella a Italia para contratar a Erno Crisa y a Massimo Girotti. Hugo
del Carril había conocido a Ana María a comienzos de los 40 y la tempestuosa
relación duró más de quince años. Nunca diría que Alberto Closas estuvo
realmente enamorado de Amelia Bence, pero sí que Hugo adoró a la Lynch. Creo
que finalmente la gran venganza de él fue dirigirla en La Quintrala: no conozco a otro director que haya hecho con su
esposa un retrato femenino tan terrible y perverso como el que hizo Hugo con
doña Catalina de los Ríos y Lisperguer... Desde luego, el público no se
enteraba de las infidelidades de Ana María Lynch porque en Radiolandia y otros medios salían unos reportajes ingenuos, donde
la vida de las estrellas era generalmente de color rosa…”
[Evidentemente en mi infancia tenía la versión rosa en
donde no se sacaban los trapitos sucios al sol de Radiolandia que dice España y, cuando jugaba con mi abuela Ana 2ª los
artistas” en la cocina de la casa de Pampa cuando mis viejos se iban al cine,
yo era siempre Ana María Lynch y no por semejanza de nombre sino porque me
resultaba una mujer hermosa. Poco sabía de su volubilidad en amores. No creo
que me hubiera importado mucho porque no fui formada en moralinas ni pacaterías
ni doble moral. Será por eso que no puedo ni pretendo controlar o juzgar la conducta erótica de nadie, ni siquiera - a veces- hasta de mis mascotas.]
Volviendo a Hugo del
Carril, en los años 60 se unió a Violeta Curtois con la
que tuvo a sus hijos Marcela, Hugo, Amorina y Eva.
Hoy Hugo del Carril cumpliría
100 años y se le hace un homenaje en el
Luna Park. Aquí va mi pequeño homenaje a ese porteño de ley, al artista y al hombre de convicciones
que, cuando la Argentina se debatía en antinomias -esperemos que superadas para siempre- le valieron
durante años la proscripción y el silencio. Pero Hugo del Carril, siguió siendo auténtico y soportó todo hasta
que un día pudo renacer...
©®
Ana Sebastián, 2012.