jueves, julio 26, 2012
miércoles, julio 25, 2012
NINGÚN
SANTO, UN MAESTRO, UN MÚSICO, UN ARTISTA, UN HOMBRE...
Hoy
es el aniversario de la muerte de Osvaldo Pugliese a quien conocí en
1985.
En
1984
cuando
vinimos
de
Amsterdam
a
hacer
el
fim
De
terugkeer
con
Cherry
Duyns,
Luis
Labraña,
que
hizo
la
preproducción,
lo
contactó
para
poder
grabar
tres
minutos
con
él.
Fue
el
único
de
los
tangueros
que,
en
ese
momento
en
que
el
tango
todavía
no
tenía
su
revival,
le
pidió
2000
dólares
-sí,
dólares,
esa
palabra
maldita!!!
Y
cuando
se
le
explicó
que
eran
sólo
dos
flashes,
le
contestó:
“...y
no
te
lo
voy
a
hacer
gratarola,
pibe...”
con
su
vocecita
aflautada.
De
donde,
a
partir
de
ahí
para
nos,
sería
“gratarola
Pugliese”.
Aclaro
que
en
la
película
intervinieron
Libertella
y
Edmundo
Rivero
sin
pedir
un
solo
mango
por
hablar
con
nosotros
e
incluso
Libertella
tocó
música
clásica
y
barroca
en
el
bandoneón
y
Rivero
nos
regaló
A
media
luz
con
un play
back
que
nos
hizo
emocionar
en
una
tarde
de
El
Viejo
Almacén,
aunque
después
no
apareciera
en
la
película.
Cuando
le
dijimos
a
Cherry
lo que pedía, nos contestó:
“¡No,
no
voy
a
pagar
eso
por
tres
minutos.
Esa
plata
la
puedo
pagar
por
tres
minutos
de
Gardel!!!”
Y
efectivamente,
consiguió
los
tres
minutos
de
Gardel
que
aparecen
en
De
Terugkeer
cantando
Mi
Buenos
Aires
querido
y
Volver...
En
el 85 ya el tango estaba empezando a ser una moda en Europa y
justamente tuvo mucho que ver -al menos en los Países Bajos,
Bélgica y Alemania- ese documental de Cherry que nos tuvo de
participantes.
Ya
en abril del 85 se hizo un Simposio sobre tango en la Koningklijke
Universiteit van Utrecht con conferencias y la presencia de Juan
Carlos Cáceres con su quinteto de entonces, Gotán. Ahí fue que
empezó sus primeros escarceos con el bandoneón ese muchacho
entonces punk que recientemente sería condecorado como Oficial de la
Orden Real de Oranje – Nassau, Carel Kraayenhof.
En
octubre se hizo ya en Amsterdam en el Meervaart un Festival de Tango
con la presencia del Tata Cedrón, Cáceres y ahí sí, la Gran
Orquesta de Osvaldo Pugliese, adonde fue por 1000 florines, en ese
momento, la mitad de mil dólares.
En
esa oportunidad conocimos al ya renombrado y admirado Maestro y a su
esposa. Nos hicimos amigos de varios miembros de la orquesta,
especialmente de Adrián Guida, Abel Córdoba -que encantaron al
público cuando cantaron a dúo Milonga para Gardel-, Fabio
La Pinta y otros bandoneonistas, violinistas y chelistas, casi toda
la orquesta.
Don
Osvaldo nos pidió que le hiciéramos de guía por el Rozebuurt -el
barrio que aquí llaman Rojo, pero que allá es “rosa”, el de las
chicas en la vidriera-. Y allí fuimos con él y Lydia por los
canales y callejones llenos de chicas de toda pinta y color. Lo único
que sé es que cada vez que nos parábamos ante una vidriera decían
casi a coro: “¡¡Esto sí que no pasa en la Unión Soviética!!”
Pero hay una parte a solas entre Labraña y Don Osvaldo que se la
dejo a las memorias de Luis.
Después,
cada vez que Pugliese y la orquesta actuaban en Holanda, estuve
involucrada como traductora o presentadora.
También
presencié la anteúltima presentación con Adriaan van Dis, una
especie de Bernard Pivot, que lo llevó a su show de entrevistas en
donde le preguntó a boca de jarro si en su orquesta -que
funcionaba como cooperativa- todos tenían el mismo salario, a lo
que el Maestro indignado, le respondió que “por supuesto que
no!!!!”, que no todos eran iguales y que él era más que los
otros!!! Adriaan van Dis se quedó sorprendido porque lo tenía por
un commie!!!!
La
última vez que hice de traductora para un programa del VPRO,
publicaron la entrevista que le había hecho en la guía y fue el 4
octubre de 1992, pocas horas antes de que el Boeing 747 de El – Al
se estrellara contra un edificio habitado de los monoblocks del
Bijlmermeer. Antes de salir del estudio estabam casi todos los
integrantes discutiendo por razones de cachets prometidos con el
administrador de la orquesta-cooperativa, además de la bronca porque
estaban alojados en un hotel de estación de mala muerte mientras la
pareja estaba en uno 4 estrellas...
Finalmente
lo vi, ya de vuelta en Buenos Aires, en el entierro de nuestro
querido amigo Adrián Guida. Pugliese estaba solo en un banquito como
desconsolado, en otro mundo. Y me acuerdo que no quería ir a tocar
esa noche en Córdoba como tenían programado.
Siempre
me pareció un tipo sencillo con las contradicciones típicas del
comunista argentino, stalinista hasta la médula pero exigiendo
verdes, blues o lo que fuera porque él era alguien, aunque en la
entrevista que tuve cuando yo le recalqué su rol en la historia del
tango, él se definiera a sí mismo como ”¿yo?..., un cero al
as!!!”
También
me indigné cuando en 1989 en el cierre de la actuación en el
Teatro Carré de Amsterdam tocaron juntos las orquestas de Piazzolla,
Pugliese y el Sexteto de Carel Kraaynhoff y, al ejecutar La yumba,
Piazzolla se burló en el escenario imitando al viejo Maestro, cosa
que causó mucha bronca no sólo en el público presente sino también
en la prensa holandesa.
Ahora,
de ahí a hacerlo santo, no!!! Y eso de antimufa, menos.
Los
tangueros son afectos -en el verdadero sentido de la palabra, se
sienten afectados- por la suerte y la mala suerte.
Desde
chica supe a quiénes y a qué tangos se ponían en el bando de los
innombrables. Pero el antimufa en el tango fue siempre Juan D'
Arienzo y el tango antimufa La cumparsita en
su versión. No voy a
nombrar a los otros por razones obvias.
Una
vez que falleció Don Osvaldo empezó lo que ahora llamaríamos “el
relato”, como todo relato y no historia, falaz.
Se
instó a los entonces concejales de la Ciudad a que aprobaran una
excepción a las medidas de los monumentos del Recinto de los
Ilustres del Cementerio de la Chacarita con el argumento de que los
japoneses lo habían donado. Y los concejales, como estaban en
campaña, votaron unánimemente la excepción. Así el monumento a
Pugliese en ese recinto se destaca de lejos ya que sobresale como
algo faraónico cuando tendría que estar a la altura de todos sus
congénres ilustres.
El
entonces gobierno de la ciudad sacó una revista con su nombre y a
partir de ahí se empezó a hablar de San Pugliese, se imprimió una
estampita y se armó un cliché para pintar con spray. Incluso en la
Plaza 25 de agosto en Charlone y Heredia en el Barrio de Colegiales
debajo del pedestal de la virgen está pintado un cliché de San
Pugliese!!!
No
sólo eso, se instó tanto a cambiar el nombre de la estación
Malabia del subte B (según la normativa de nomenclatura urbana,
en el subte sólo puede haber nombres de los cruces de calle para
indicación de los pasajeros que van bajo tierra). Ahora tenemos
Malabia Pugliese.
No
sé qué diría Pugliese si se enterara de que es santo, que su
monumento es faraónico y no común como debería ser para un
comunista convencido y que forzaron las leyes para ponerle su nombre
a una estación...
Esto,
por supuesto, no le quita lo ejecutado, lo compuesto , su talento, su
arte y todo lo que nos dejó.
Lo
que sí sé es que si Pugliese es santo, se debe estar riendo desde
el cielo en el que no creía!!!
®©
De Memorias impertentes,
Ana Sebastián, 2012.
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