EN LA LUNA DE LA AMISTAD
A Diego Ruy Frondizi, Manolo Belloni,
Paco Urondo, Ricardo Aragón,
Paco Urondo, Ricardo Aragón,
la Gorda Cristina Onís, el Churi Escribano,
Tío Rufus, Néstor Sanmartino, Fernando Riera,
Nanina Rivarola, Carlos Ossa, Alberto Lobosco y otros,
amigos más que compañeros, in memoriam.
A Sarita, Mecha, Rosalba, Diego & flia.,
Matilde y Ricardo B. & flia., Carlitos M, Pelusa,
amigos más que compañeros, in memoriam.
A Sarita, Mecha, Rosalba, Diego & flia.,
Matilde y Ricardo B. & flia., Carlitos M, Pelusa,
Raymond Arredondo, a Nicola Caaiazza, José Rentes de Carvalho,
Rudy, Jojo, Cherry Duyns & Joke, Jacqueline, Rosa & flie.
& todos los demás, viejos y nuevos amigos.
Siempre creí como Paco Urondo que lo mejor de la poesía es la amistad y más aun, como Scalabrini Ortiz, que “la amistad porteña era un olvido del egoísmo humano” que superaba barreras sociales, sexuales (el género en ese entonces era sólo un accidente gramatical), religiosas, ideológicas e incluso de fanatismos deportivos. No sé si fue la experiencia, los años, el machaque de determinados códigos más declamatorios que de acción, pero veo que hay una tendencia al quiebre de amistades, al menos como yo las entiendo, sin barreras conceptuales.
La conducción de las FAR y sus acólitos chupamedias le criticaron a Paco cuando cayó preso en febrero de 1973 fue que era un liberal por la práctica de la amistad y del bon-vivre: a Dixie, la casa quinta de Tortuguitas, iba otra gente -amigos, amigos de los hijos, hijos de los amigos-. La amistad era superior al compañerismo, a la camaradería. Conducción y compañeros que -a pesar de su solicitud de no ser enviado a algunas provincias en donde era muy conocido- terminó condenándolo a ir a militar a Mendoza como castigo ante el proceso interno que se le siguiera a solicitud de Lilí Mazaferro con el único cargo de infidelidad concubinal, ya que nunca se habían casado. ¡Lilí, nada menos, cuyo marido se había enterado de su relación cuando habían caído presos justamente en Dixie y que poco tiempo después sería la pareja de uno de los mejores "amigos" de Paco y embajadora orgánica en Europa desde fines de 1974. Condena que terminó con la vida de Urondo en un tiroteo.
Creo que me equivoqué al entender, en tiempos de idealización debido a la distancia, la frase de Scalabrini que diferencia la amistad porteña. A pesar de la exaltación de la diversidad, en los últimos tiempos veo cómo se empieza a instalar, sobre todo en algunos medios, esa convicción de que sólo se puede ser amigo cuando se piensa igual, cuando se tienen los mismos intereses, declaraciones y acciones comunes. Si no, como en esos tiempos de obsecuencia orgánica, te juzgan, te cortan el rostro, el chorro o el saludo. Acá o allá hay amigos y... amigos. Pero aquí es tan grande la necesidad de autoconvencimiento que nos vemos obligados a celebrar, a saludar, regalar, cenar, brindar incluso con conocidos, eventuales compañeros de circunstancia.
Creo sí que hay una amistad troncal -casi familiar- que no se determina por intereses, creencias, actividades o ideas comunes. Se elige de una vez y no se termina ni en la ausencia. Esos amigos con los que -como decía Emerson- se puede pensar en voz alta. Son los que están aunque no estén, los que piensan en vos aunque no te llamen el 20 de julio, los que no te acompañarían a la luna, pero te curarían de las heridas de cualquier caída, de cualquier fuga, de cualquier dificultad, de las quemaduras de un volcán. Son los amigos silenciosos y a veces nos acompañan sólo en el recuerdo. Son los que no te califican. Te quieren y punto. Y por ellos, aunque sea convencional, brindo porque gracias a ellos pasé y paso mis peores y mejores momentos. Proost!!!