domingo, agosto 23, 2015



HORACIO SALAS



La poética de la calidad intelectual


Para mucha gente la poética de la generación del sesenta nace y muere en uno o dos nombres. Pero el que le puso nombre es este señor Horacio Salas que nació en Buenos Aires el 13 de agosto de 1938.
Egresó del Nacional Buenos Aires en 1956 y empezó a relacionarse con la escritura desde muy joven.
Se suele caer en el lugar común: “nadie es contemporáneo de su propia época”, que es además  prácticamente un oxímoron porque nadie puede vivir otra época que la que le toca en suerte. Y a veces le tocan “como a todos los hombres, malos tiempos en que vivir”. Pero siempre hay alguien que suele tener más conciencia histórica que sus contemporáneos.
Ése es el caso de Horacio Salas que supo vislumbrar desde temprano que su generación iba a dejar una impronta en la literatura argentina, aunque muchos aun hoy ni siquieran lo reconozcan en ella.
Su libro Generación poética del 60 [publicado por Ediciones Culturales Argentinas en 1975] es un clásico ineludible en el que este leonino del horóscopo occidental y tigre de tierra en el chino  -un felino total-, tuvo el tino y el buen gusto de no incluirse.
Anteriormente ya había dado rienda a su veta de ensayista con La poesía de Buenos Aires [1968], y luego seguiría con toda una obra profusa y seriamente documentada que a veces transgrede el género e incursiona en el diálogo, en la antología o en la intertextualidad: Conversaciones con Raúl González Tuñón, recientemente reeditadas, La España barroca [1978], El Tango [1986], fuente de relevancia que cuenta con varias reediciones y traducciones, Borges, una biografía [1994], El Centenario [1996], Clásicos de la poesía lunfarda [1999], Homero Manzi y su tiempo [2001] y Lecturas de la memoria [2005].
Docente en distintos ámbitos, conferencista buscado por su alta calidad Salas fue, entre 1976 y 1983 fue redactor en jefe de Cuadernos Hispanomericanos, una de las mejores publicaciones académicas de su género.
Como periodista de larga trayectoria colaboró en diversos medios gráficos, radiales y televisivos de nuestro país y del extranjero.
Hombre comprometido con su tiempo y sus convicciones, no eludió –todo lo contrario-, asumió los riesgos de su época y esto le costó el exilio en Madrid a él y a su familia.
Y ya de vuelta en el país, también asumió las responsabilidades de la función pública con el costo y las consecuencias que esto acarrea a veces en los medios intelectuales que se suelen sentir inmaculados e impolutos: fue Subsecretario de Cultura de la Ciudad de Buenos Aires y recientemente fue Director de la Biblioteca Nacional. Durante años fue Director del Fondo Nacional de las Artes.
Como académico distingue con su presencia a varias instituciones como la Academia Argentina de Historia, la Academia Porteña del Lunfardo y la Academia Nacional del Tango. Fue condecorado con el Premio Konex de Periodismo y de Poesía. En en 1991 el gobierno francés le otorgó la Orden de Chevalier des Arts et des Lettres. En 2002 fue nombrado Ciudadano Ilustre de la ciudad de Buenos Aires.
En cuanto a sus libros de poesía se destacan El tiempo insuficiente [1962], La soledad en pedazos [1964], Memoria del tiempo [1966], La corrupción [1969]. Por esa época era colaborador de revistas literarias como El grillo de papel y El escarabajo de oro.
Otros títulos son Mate pastor [1971], Cuestiones personales [1985], El otro [1990] y Dar de nuevo [2003].
     En cuanto a su poética, podría decir que Salas hace su trabajo con un cincel en donde entrecruza los gestos heredados, las inquietudes, las culpas, los deseos y todo en una actitud casi silenciosa pero constante en busca de una belleza y en medio de acotaciones referenciales que podrían llamarse intertextualidad, si no fuera que esta palabra alude a conceptos de iniciado.
Como buen representante de su generación, Salas acude, en una especie de eso que Benitto Oliva llama la transvanguardia a todos los escenarios, a todos los recorridos, a todo el colorido, a toda la historia. Salas no cae en el lugar común y cuando aparece un lugar común se nota que fue explícitamente ubicado donde está.
Recurre a todos sus conocimientos de persona estudiosa y dedicada y, de esa manera, hecha mano a todas las palabras que elige  -al parecer sencillamente-  pero con puntillosidad de artífice.
Así va desde su genética a sus exilios.

Anclao en Madrid
Mientras tomaba mate en el estudio de Velázquez
llegó Quevedo sacudiéndose 
los copos de la última nevada
y confirmó lo que pensábamos
los grabados eróticos de Picasso -dijo-
me resultan auténticamente afrodisíacos
Después
muerto de frío
levantó el volumen de un disco del Polaco
y nosotros quedamos en silencio 
(Garúa... tristeza...
hasta el cielo se ha puesto a llorar)
    
La nostalgia, las preguntas sobre la vida, sobre la caducidad, sobre el amor visto como ideal y visto tal y como se puede presentar lo van llevando a una especie de metafísica que, al contrario de lo que sucede con otros de sus congéneres, no tiene estridencias, pero no tiene bajezas. Pero tampoco tiene hipocresías consigo mismo, no se miente:
“Angustiarse por Gregorio Samsa a los catorce años
desarrollar ciertas oposiciones a las ideas de Leibniz
o que los rostros de Nietzsche Rilke Manzi o Baudelaire
resulten familiares [...]
o clavar banderitas en los barcos de diario
no alcanza  -es evidente- 
para adecuarse a la verdad concreta.
Una lügger un colt calibre 38
220 voltios seis balazos
o un golpe con un caño de acero en los riñornes
poseen un poder más persuasivo
son de una contundencia indiscutible.
                Kultuur

Según Hipólito Paz, para Marechal la definición de calidad intelectual es ponerse en el lugar del otro como otro.
Parecería ser que Salas se pone en sus poemas en lugar del otro que es uno mismo y no se miente. De ahí su calidad intelectual.
Entre lo cotidiano y lo erudito, la búsqueda de la identidad, la búsqueda de uno mismo, todavía se puede hacer, por medio de las palabras. Y todavía las palabras pueden tener valor, a pesar de los prestigios y desprestigios en que caen, como si fuera la bolsa. La búsqueda poética es el método para sacarlas del tedio y meterlas en el deslumbre.
En su poesía Salas va en búsqueda de su verdad sin tapujos, sin vueltas.

Genética
GENÉTICA
No me dio muchas cosas: una escasa estatura
el humor permanente
los buenos modales en la mesa
el trato a las mujeres
No me ha dejado ni una casa ni un campo
coleccionaba deudas y acreedores
compañeros de póker y leyendas
pero está en mí
se aparece de pronto en el espejo
en un inesperado movimiento / en una mueca
en las cejas pobladas
se me presenta a veces corrigiendo mi letra
o en los últimos sueños de la noche
lo veo en el medio de la calle
de sobretodo oscuro / despidiéndome
o ya destruido tembloroso irritable
amarillento
triste porque su hijo se ha marchado al exilio
ignorando en el fondo
si estaba en el Pacífico o en Suecia
Confuso y confundido
como lo estuvo siempre
suponía que el tiempo puede volver atrás
que se repite
No amaba los poemas
y prefería una buena sentencia a una novela
se dormía en cualquier parte
y era capaz de gastar en un rato
el sueldo de dos meses
Nunca nos comprendimos
salvo una noche
en que me vio llorar de amor
(y me lo dijo)
aunque al día siguiente otra vez nos callamos
Él no aprendió a llorar,

no pudo hacerlo ni ante mi madre muerta
a la que amaba hoy lo comprendo cuánto
de qué manera trabajosa / tramposa
pero intensiva / intensa humorista y dramática
Su soledad se agudizó con mi partida
pero no me lo dijo
(o me lo dijo y no pude entenderle)
Cada tanto llegaban unas cartas
confusas al principio
incoherentes más luego
Cuando después de algunos años volví a verlo
no era el mismo
su cuerpo me pareció resquebrajado
y en su mirada había una nebulosa
- pensé que cada uno elige su destino-
los dos habíamos edificado
nuestras paredes altas sin ventanas
hablamos de la nada
nos mentimos.
Ahora junto a mi madre me visita en los sueños
Rara vez nos hablamos.
®© Ana Sebastián, 2003.