martes, julio 26, 2011




Pantallazos de los 26 de julio
Tenía cuatro años cuando, desde la radio capilla que estaba en la repisa de la cocina de la calle Pampa, oí esa voz grave que anunciaba que a las 20.25 Eva Perón había pasado a la inmortalidad. Era el día de mi onomástico y del de mi tocaya abuela que no sabía que Ana significaba ‘gracia, amor, plegaria de dios’ y que, a la mañana siguiente, mirando por la ventana de la cocina diría: “Llueve... el cielo llora porque se murió Eva.” En mi casa nunca se la llamó Evita. A partir de ese 26 de julio todas las noches se interrumpían las transmisiones radiales para recordarnos las 20.25.
Fui formada en el raciocinio y en la sensibilidad, en la dignidad y en la indignación ante la injusticia. Pero no en el sectarismo ni en la idolatría, mucho menos en el endiosamiento de ídolos con pies de barro. Sin embargo, si hubo alguien que conmovió mi espíritu y a quien admiré fue a Evita. No sólo la admiré sino que contribuí como tantos de mi generación a esa mitificación de los 60 - 70 cuando entonábamos: “Si Evita viviera... sería montonera” o su variante: “… Isabel sería copera!”
Cuando, exiliada en Holanda fui invitada por una periodista a ver el musical con texto de Tim Rice en versión flamenca (neerlandesa) y Evita se venía con Magaldi a Buenos Aires y luego, en una especie de carpa india, recibía y despedía en robe de chambre a diferentes tipos hasta que llegaba un coronel… Y ahí aparecían sus manos y se lo llevaban adentro de la carpa mientras un che guevara de proscenio sentenciaba, me vino toda la indignación aprendida y sola pegué el grito: “¡Viva Evita! ¡Viva Perón, carajo! ¿Por qué no hacen lo mismo con las casas reales?!” Sola... en medio del Teatro Carré de Ámsterdam, mientras la mitad del público se daba vuelta para mirarme como para ponerme chaleco de fuerza...
Ya me obsesionaba escribir sobre Eva primero por su personalidad, después porque era muy difícil y no quería caer en el panfleto ni en la obsecuencia que no sé cultivar. Cuando terminé Vuelta -el primer post de este blog que fuera publicado en 1988 en Yuyo verde – Noticias-, llamé a Juan José Fanego a Roma y se lo leí diciéndole: “creo que logré lo que quería...”
Investigué mucho, tengo materiales, documentos, gráfica, fotos para lo que sería mi libro De los toldos al mundo... Pero, cuando leí La pasión según Eva de Abel Posse, libro que desconocen la mayoría de los peronistas -especialmente los que lo atacaron cuando fue nombrado ministro de educación de la Ciudad de Buenos Aires-, decidí dejar esos materiales archivados porque ése era el libro que yo hubiera querido escribir. El libro por el cual Eloy Martínez le achacó a Posse el haberse enamorado del personaje.
Y de pronto me viene a la mente cuando, después del paso del Concejo Deliberante a la Legislatura, empezaban las obras de refacción del edificio, con mi compañera y amiga la Dra. Mónica M. redactamos una resolución para la protección de los que habían sido los bienes de Evita en esa Casa en tiempos de la Fundación. Resolución que tenía un solo fin: evitar que terminaran en una subasta de Sotheby´s.
Otro flash se corresponde a nuestra vuelta con Cherry Duyns para hacer la película De Terugkeer – Volver justamente el 26 de julio de 1984 en que nos fuimos a una marcha de antorchas en la calle Corrientes.
De pronto me acuerdo de que, por esas casualidades de la historia, también Roberto Arlt murió un 26 de julio. Arlt, porteño de alma anarca, que no se hubiera bancado todas las sacralizaciones de quienes lo quisieron y todavía lo quieren encorsetar en las estructuras de algún partido político. Y me acuerdo del último pañuelo de cuello que me compró mi madre para un Santa Ana...
Y se me aparece esa foto que no encuentro de Evita recibiendo al Príncipe Bernhard en que él la mira embelesada cuando visitó Argentina en 1951 y le trajo unas joyas de regalo y el tren El líder a Perón. Esa foto con la que solía acompañar con mi poema....
Y recuerdo las vueltas de su cadáver y las circunstancias que lograron que volviera a la Patria, al cementerio de la Recoleta en donde hoy la visitan los turistas... Los que lo lograron no fueron justamente quienes se llenan la boca y los bolsillos invocando su nombre... Seguro no tenían cargos ni jerarquías ni funcionariatos nepotistas ni planes prebendario ni siquiera choripán y birra...
Pienso... Ya la hicieron pin, poster, tarjeta postal. Hasta la pusieron en alguna que otra camiseta…
Tal vez el fantasma de Evita se siga retorciendo y algún día salga con sus zapatitos de punta típicos de 50 para agarrar a patadas a los que la usan y la venden mientras se le deforma de puteadas su hermosa boca sin botox.
Ningún fantasma recorre Argentina. Ni el de Evita . Recordémosla sin abusar de su memoria ni de su falsa invocación.
No la provoquemos, no la convoquemos en vano... Dejémosla en paz que ya dio muchas vueltas por el mundo... en paz con su espíritu coqueto, rebelde, atrevido. No sea cosa que se canse y se le dé por volver y entonces sí, será millones!

martes, julio 19, 2011


"Uno no olvida... sólo continúa..."
Por los amigos que perdimos,
por los que vendrán,
por los que sabemos encontrar
y por esa frase que alguien una vez nos dijo:
"También hay amistades a primera vista!"
Brindaré por todos los que me hicieron
y me hacen mejor la vida
sólo por su presencia...
aún en las cenizas del tiempo...
Gracias por existir!!!

"La amistad es el compañerismo de la especie..." L. Labraña